Moscú - El primer ministro griego, Alexis Tsipras, y el presidente ruso, Vladímir Putin, abogaron ayer por poner fin a la política de sanciones y contrasanciones entre la Unión Europea y Rusia, que ha causado graves daños a las economías de sus países. “Círculo vicioso”, como lo llamó Tsipras, o “guerra de sanciones”, para Putin, ambos coincidieron en que estas medidas no resuelven los problemas surgidos entre Bruselas y Moscú por la crisis de Ucrania.

Los mandatarios hablaban a la prensa después de mantener en el Kremlin unas conversaciones precedidas por fuertes críticas de algunos socios europeos a Tsipras y por especulaciones sobre la posibilidad de que Grecia pidiera asistencia financiera a Moscú para paliar su endeudamiento en plenas negociaciones con Bruselas.

“El mejor modo de resolver estos problemas es poner fin a la guerra de sanciones y a las medidas de respuesta” de Rusia, señaló Putin. Tsipras subrayó que el embargo a las importaciones de productos frescos europeos por parte de Rusia infligió una “gran herida” a la economía griega mientras Putin recordó que el comercio bilateral se redujo el pasado año un 40%. “Pero entendemos perfectamente que esas medidas de respuesta fueron una réplica a las sanciones con cuya lógica no estamos de acuerdo y esto ya lo hemos declarado públicamente”, apuntó el jefe del Gobierno heleno.

Diversos medios habían especulado con que Moscú pudiera hacer alguna excepción en el embargo agrícola a los países europeos más reticentes a las sanciones y el ministro de Agricultura ruso, Nikolai Fiodorov, nombró concretamente el martes a Grecia, Hungría y Chipre. Pero de las declaraciones de Putin y Tsipras quedó ayer claro que de momento, al menos, no hay nada de ello. El jefe del Kremlin aseguró que el primer ministro griego no ha pedido ayuda financiera a Rusia y que únicamente hablaron de “realizar distintas inversiones en el terreno de las infraestructuras, transporte, energía, etc”.

Tsipras defendió, por su parte, el derecho de su país a desarrollar una política exterior soberana, aunque matizando que Grecia respeta sus compromisos en el marco de las organizaciones internacionales a las que pertenece. “Grecia es un país soberano con su derecho irrenunciable a desarrollar una política exterior multilateral y a desempeñar su papel geopolítico como país balcánico, mediterráneo y europeo y de la región del Mar Negro”, señaló.

El hecho de que la visita de Tsipras a Moscú coincida con la fecha de pago, hoy, de un tramo de la deuda griega a sus acreedores europeos -a pesar de que Atenas ha garantizado al FMI que cumplirá- levantó todo tipo de suspicacias entre políticos y medios europeos. Saliendo al paso de ello, Putin dejó claro que Rusia no tiene intención de utilizar a Grecia como caballo de Troya para mejorar sus relaciones con Bruselas. “No tenemos la intención de utilizar nada dentro de la Unión Europea para resolver parcialmente la mejora de las relaciones con la agrupación europea en su conjunto”, afirmó.

Ambos mandatarios firmaron un Plan de Acción conjunto para 2015-2016 que prevé la cooperación en distintos ámbitos económicos, pero no se anunciaron acuerdos concretos. Como se preveía, Putin ofreció a Tsipras la posibilidad de que Grecia se conecte al nuevo gasoducto ruso-turco (Turkish Stream) que se quiere construir bajo el Mar Negro para llevar gas ruso a Europa y que convertiría a Grecia en “uno de los principales centros europeos de distribución de energía”. El primer ministro griego dijo que Atenas estudiará la propuesta rusa y aunque señaló, sonriente, que el proyecto mejoraría las relaciones greco-turcas, no podrían aceptar el nombre de Turkish Stream.