kiev - Cuando faltaban menos de 24 horas para la celebración del polémico referéndum convocado por Crimea, las autoridades ucranianas denunciaron una incursión de tropas rusas en la región de Jerson (sur del país, fronteriza con la península autónoma). "Ucrania se reserva el derecho de tomar todas las medidas necesarias para repeler esta agresión de parte de Rusia", señaló un comunicado del Ministerio de Exteriores.

De acuerdo con medios ucranianos, hacia las 13.30 de ayer, unos 40 infantes de Marina de las fuerzas armadas rusas desembarcaron desde helicópteros en el pueblo de Strelkabaya. A esos efectivos se sumaron después tres blindados y otros seis helicópteros, de los que desembarcaron además 60 militares. Según los guardiafronteras de esa zona, los portavoces de las fuerzas rusas anunciaron que su objetivo era defender una instalación de distribución de gas ante los posibles actos terroristas.

Estados Unidos reaccionó inmediatamente a esta denuncia. La embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, declaró que, en caso de confirmarse, la incursión rusa en el sur de Ucrania sería "una escalada escandalosa" del conflicto. Power hizo estas declaraciones tras una reunión del Consejo de Seguridad en la que Rusia vetó una resolución que defendía la integridad territorial de Ucrania. El voto mostró el aislamiento de Rusia, que fue el único país que se pronunció en contra, mientras que el resto del Consejo votó en contra y China se abstuvo. El embajador ruso Vitaly Churkin defendió que el proyecto de resolución iba en contra de la "igualdad de derechos" de los ciudadanos de Crimea y de su derecho a la autodeterminación. Churkin explicó que Moscú defiende el principio de integridad territorial de los Estados, pero subrayó que el caso de Crimea cuenta con características extraordinarias.

Mientras, la península contaba ayer las horas para formalizar su escisión de Ucrania y su regreso a la órbita rusa, en claro desafío a la comunidad internacional que no reconocerá los resultados del referéndum de hoy. "El destino y el futuro de Crimea están estrechamente vinculados con Rusia. Tenemos raíces históricas y espirituales comunes", reza el folleto que el Parlamento de Crimea remitió a todos los habitantes de la península. Las autoridades de la república autónoma no hacen el mínimo esfuerzo en ocultar que la segunda pregunta de la consulta, una amplia autonomía en el seno de Ucrania, está descartada de antemano. En las calles de Simferópol no se veía ni un solo cartel a favor de la integridad territorial de Ucrania. Todo estaba listo para una consulta en la que están llamados a votar 1,5 millones de crimeos, además de los más de 300.000 habitantes de Sebastopol, que ejercerán su derecho al voto en casi ausencia de observadores internacionales. Los rusos de Crimea, que representan un 60% de la población, afirman que con el plebiscito quieren poner fin a la injusticia histórica que supuso la entrega de la península a Ucrania en 1954 por parte de Nikita Jruschov.

No obstante, la mayoría reconoce que su motivación para apoyar la reunificación con Rusia es mucho más prosaica: en Rusia los salarios y las pensiones son mucho mayores que en Ucrania, que está al borde de la bancarrota, y la gasolina cuesta la mitad. El Parlamento ucraniano repartió otro folleto entre sus conciudadanos en los que expone diez razones para integrarse en la Federación Rusa. Entre otros motivos, además de sueldos y pensiones, expone que la unión con Rusia atraerá a millones de turistas a esta península bañada por el mar Negro, eliminará los aranceles a los productos crimeos y rebajará los impuestos. Esto no convence a la minoría ucraniana, un 25% de la población, algunos de cuales ya han hecho las maletas para abandonar su patria chica una vez se consume la secesión por miedo a las represalias. "En Crimea nunca ha habido elecciones limpias. La falsificación ya está teniendo lugar. Estoy seguro que los resultados del referéndum serán manipulados", se quejaba Vladislav Xmelovski, presidente de la Comunidad Ucraniana de Crimea, tras un mitin de protesta en Simferópol. El activista se manifestó convencido de que "la comunidad democrática internacional no reconocerá los resultados, al igual que Ucrania, y únicamente Rusia considerará la consulta separatista como legal". "Boicot al referéndum", "Crimea es Ucrania", "No a la ocupación rusa" o "Paz en Crimea", rezaban las pancartas que enarbolaban los manifestantes en un acto que congregó a un centenar de personas. El mitin, en el que se pudieron ver varias banderas ucranianas, terminó con el himno nacional, que los presentes entonaron con la mano en el pecho. "Me alarma el futuro de Crimea. Un grupo nacional mayoritario no puede imponer su voluntad al resto. La escisión no contribuirá a la prosperidad y al crecimiento económico. Crimea será un reducto de separatismo y antagonismo étnico", subrayó. Los tártaros, los antiguos pobladores del territorio y que ahora no suponen más que un 12% de la población total, no tienen intención alguna de acudir a las urnas, ya que sus líderes se han dedicado a instarles a boicotear la consulta. "Nosotros no somos unos traidores, como los soviéticos que nos acusaron de colaborar con los nazis y nos deportaron a Asia Central. No traicionaremos a Ucrania y no abandonaremos Crimea", aseguraba Arzam, vigilante de un museo de la localidad de Bajchisarái. El pescado está vendido, ya que esta semana el Parlamento separatista, que ayer disuelto por la Rada Suprema de Ucrania, ya aprobó una Declaración de Independencia. Aunque sea por un breve plazo de tiempo, nada más se confirme la victoria de la opción rusa en el plebiscito, Crimea se considerará una república independiente, democrática, secular y multiétnica de pleno derecho. - Efe