El Cairo. Sin carisma alguno, Mohamed Mursi se convirtió en el primer presidente democrático de Egipto en junio de 2012. Poco más de un año después, el 3 de julio, el Ejército lo derrocó y encarceló en un lugar secreto hasta que ayer comenzó el proceso judicial en su contra y varios miembros de la cúpula del grupo islamista de los Hermanos Musulmanes.
Como ingeniero es considerado un hombre práctico y como miembro del ala más conservadora de los Hermanos Musulmanes, un hombre profundamente religioso. Mursi nació en 1952 en un pueblo de la provincia de harkiya, como hijo de un agricultor.
Se licenció en ingeniería industrial en la Universidad de El Cairo y después estudió en Estados Unidos en 1982 con una beca. Dos de sus hijos nacieron en California y tienen pasaporte estadounidense.
Volvió a Egipto en 1985, cuando fue arrestado por el régimen de Hosni Mubarak por protestar contra sus políticas públicas. Durante ese periodo Mursi se desempeñó como alto funcionario de los Hermanos Musulmanes.
Mursi concurrió a las elecciones presidenciales para suceder a Mubarak después de que su organización lo nombrara en el último minuto como su candidato en sustitución a Jairat al Shater, un peso pesado de los Hermanos Musulmanes excluido por la Comisión Electoral por motivos formales. Alcanzó la presidencia en junio de 2012 tras una controvertida segunda vuelta, y su mandato estuvo marcado por conflictos con el Ejército, la Justicia y los jóvenes revolucionarios que habían protagonizado la revolución contra Mubarak.
Con su política lastrada por fracasos económicos, un vacío de seguridad y una deriva cada vez más autoritaria, aupando en todas las instancias del Estado a miembros islamistas, se quedó aislado con su organización y se ganó la enemistad de una gran parte de la población.