El pasado viernes se cumplieron dos décadas de la firma de los Tratados de Oslo entre palestinos e israelíes Desde 1995 los asentamientos israelíes se han triplicado y el muro sigue en construcción
La fiesta judía del Yom Kippur ha comenzado y, aunque el cuarenta aniversario de la famosa guerra de 1973 contra Egipto y Siria es en octubre, los testimonios de sus combatientes acaparan ya los medios israelíes. Todo lo contrario que el 20 aniversario de la firma de los Tratados de Oslo o el comienzo del proceso de paz entre palestinos e israelíes, que se cumplió el pasado viernes y no obtuvo prácticamente mención.
Para Uri Avnery, líder del Bloque Israelí por la Paz, formado en el mismo año en que se firmaron los tratados, 1993, el mayor logro de Oslo se produjo tres días antes de la firma, cuando Yaser Arafat e Isaac Rabin intercambiaron cartas de reconocimiento mutuo. El actual jefe de las negociaciones palestinas; Saeb Erekat, recuerda en un comunicado la primera vez que supo sobre las negociaciones en Oslo. "Manteníamos negociaciones secretas en lo que llamábamos el camino de Washington, pero entonces oí sobre el camino de Oslo. En un vuelo hacia mi último encuentro en Washington, dos aspectos llamaron mi atención mientras leía la declaración de principios alcanzada: era la primera vez que un gobierno israelí reconocía al pueblo palestino y aceptaba una solución que incluyese la implementación de las resoluciones 242 y 338 de la ONU sobre la ilegalidad de la ocupación". "Entre los israelíes nació el sentimiento de esperanza, la excitación", recuerda el periodista israelí Gideon Levy, que cubrió los acontecimientos. "Era como un sueño; podía ir a cubrir noticias en Gaza, cosa que nunca pensé que podría volver a hacer." Según Avnery, "a algunos miembros del Bloque por la Paz no les convencía el tratado pero, aunque sí tenía defectos, decidimos apoyarlo porque al fin la dinámica de la paz se había puesto en marcha."
En el lado palestino hubo pequeñas manifestaciones contra Oslo, pero la mayoría se dejó llevar por la euforia, creyendo que la Intifada de 1987 contra Israel por fin traía sus frutos.
decepción Los Tratados de Oslo establecían un periodo interino de cinco años para alcanzar un acuerdo de estatus permanente que llevase al fin de la ocupación y a la creación de un estado palestino. Los territorios palestinos quedaron divididos en áreas de control provisionales: área C (control total israelí); área B (control compartido) y área A, gobernada por la entonces recién nacida Autoridad Nacional Palestina (ANP). Durante estos cinco años, todos los territorios debían ser entregados gradualmente a la ANP. A Palestina se le encargó que asegurase el control y el orden en sus territorios y ambas partes acordaron no cambiar el estatus de Cisjordania y Gaza hasta la firma de una paz final.
Isaac Rabín fue asesinado en 1995 y, poco después, la derecha se hacía con el poder en Israel. Para 1999, y a pesar de que la ANP había cumplido su misión reduciendo la violencia prácticamente a cero, los asentamientos israelíes en suelo palestino se habían duplicado y la restricción de movimientos, lejos de desaparecer, había crecido, puesto que las zonas de control se mantuvieron.
En julio de 2000, en Camp David, el entonces primer ministro de Israel Ehud Barak extendía una propuesta de paz a la ANP que, si bien incluía el 90% de los territorios palestinos, los dividía en cuatro cantones sin contigüidad territorial, excluía partes de Jerusalén Este -la considerada capital palestina- y obviaba el retorno de los refugiados de la guerra de 1948. Tras el rechazo de Arafat, Barak proclamó al mundo que Israel "no tiene contraparte para la paz."
"Aquella frase fue devastadora para la mentalidad de los israelíes. Poco después, en octubre, estalló la segunda Intifada y comenzaron los atentados suicidas de Hamas contra civiles, y los israelíes nunca volvieron a creer ni en las negociaciones ni en la paz." Según Levy, "el principal defecto de Oslo era la inexistencia de una norma específica para la desaparición de los asentamientos, el problema principal." Uri Avnery señala además "la falta de definición de una meta final. Para los palestinos el fin era la creación de un estado palestino; pero los líderes israelíes no lo tenían claro." Saeb Erekat cree que la razón por la que Oslo fracasó es "la impunidad de Israel para incumplir los tratados."
hoja de ruta En 2003 se firmó la Hoja de Ruta con la intención de revivir Oslo, pero sobre el terreno Israel comenzó a construir el muro, que aislaba Jerusalén del resto de Cisjordania y confiscaba un 10% de territorio palestino. Desde entonces las negociaciones han continuado, a tropezones, hasta hoy, sin generar ningún avance reseñable.
El recurso de la ONU. Tras un nuevo colapso de las negociaciones en 2010, la ANP decidió cambiar de táctica y acudir a Naciones Unidas para pedir el estatus de miembro pleno. El ministro de Exteriores palestino Riad Malki declaraba que "seguimos creyendo que las negociaciones son la mejor forma de alcanzar la paz, pero en vista de la falta de resultados, pensamos que si conseguimos la independencia legalmente podremos negociar de igual a igual, no como ahora que una parte tiene que pedir el permiso de la otra para llegar al encuentro." En 2012 Palestina obtuvo el estatus de estado, pero sólo en la categoría de observador, y la presión de Estados Unidos llevó a la ANP a volver a sentarse a la mesa con Israel el pasado agosto, a pesar de que tanto el comité ejecutivo de la OLP como la mayoría de los miembros de la ANP se mostraron en contra de reanudar las negociaciones con Israel.
Según Associated Press, fuentes cercanas a las negociaciones actuales revelaron que Israel está tratando de imponer la idea de otro periodo interino. Abbas habría contestado que no aceptará ninguna solución interina "después de ver lo que pasó con Oslo."
Desde 1993, los asentamientos israelíes se han multiplicado por tres; el muro, declarado ilegal por el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya en 2005, sigue en construcción, y las áreas de control se mantienen sin cambios. "Las negociaciones no llevarán a nada", sostiene Gideon Levy. "Mientras EEUU y la comunidad no presionen a Israel, el proceso se eternizará, hasta que Palestina explote de nuevo."