CADA liberación de presos abre un agrio debate en la sociedad israelí, dividida entre los que se indignan al ver salir en libertad a quienes están detrás de la muerte de israelíes y los que creen que no hay camino hacia la paz que no pase por la reconciliación y el perdón. Israel excarcelará mañana a 26 palestinos condenados por delitos de sangre que llevan más de 20 años en prisión, cumpliendo así una de las condiciones palestinas para el reinicio de un proceso de paz estancado desde hace tres años.
Como en cada liberación de reclusos, ésta también ha venido precedida de airadas protestas de asociaciones de familiares de presos que se manifiestan y tratan por todos los medios legales de evitar el indulto, que han calificado de "triunfo del terrorismo". El recibimiento de héroes que los palestinos hacen a sus prisioneros al salir, con las televisiones locales proyectando imágenes de vítores, aplausos, paseíllos a hombros, bandas de música y canciones nacionalistas, no hacen sino dificultar el trago a los israelíes. Para los palestinos, son "luchadores por la libertad". Para Israel, "terroristas".
La vía a la reconciliación Sin embargo, no todos los israelíes están en contra de las excarcelaciones: muchos las soportan con resignación y unos pocos ven en ellas la única forma de acercarse al otro y dar el primer paso del arduo camino de la reconciliación. Es el caso de Robi Damelin, miembro de la ONG Círculo de Padres, que reúne a 600 familias palestinas e israelíes que han perdido a sus familiares más cercanos, con la intención de tender puentes hacia la paz.
Su hijo David murió por fuego de un palestino en 2002 y, desde entonces, ha conocido a decenas de hombres y mujeres de uno y otro lado cuyos familiares han muerto por la violencia del conflicto. Dejar a los presos palestinos regresar a sus casas es, a su entender, "el precio que hay que pagar por la paz", una medida "muy difícil, pero también muy importante", sin la cual esta región nunca vivirá en armonía. "La paz no equivale a justicia. Hay que superar el horror. No avanzaremos si seguimos recordando y echando en cara cada muerte", afirma, y defiende que "cualquier proceso de paz debe estar acompañado de un proceso de reconciliación entre los pueblos".
"Yo no me alegro de que liberen al asesino de mi hijo, pero sé que es la única fórmula. Es doloroso. Es horrible, porque la justicia es el pegamento que mantiene unida a la sociedad. Pero en este caso tenemos que renunciar a tener razón si queremos parar el ciclo de violencia", afirma. Defiende la vía de la reconciliación, porque "todo lo demás ha demostrado que no funciona. Sin reconciliación no habrá paz, solo un alto el fuego temporal".
El contrapunto En el otro lado del espectro social se encuentran los miembros de la Asociación del Víctimas del Terrorismo Almagor, que condena duramente estos acuerdos de liberación y trata de evitarlos con protestas e impugnaciones legales de los indultos.
"¿Estamos locos? Liberar a terroristas, asesinos. ¿Para qué hemos creado entonces una nación judía aquí? Para parar el asesinato de judíos, y el mensaje damos es que la sangre judía es barata", afirma el coronel retirado Meir Indor, presidente de Almagor. Considera que la próxima liberación de presos es "incomprensible" y "alienta a los otros terroristas que están haciendo cola" para atacar a Israel. "Si haces algo malo lo tienes que pagar. Si no, se destruye el equilibrio", afirma y advierte del riesgo de reincidencia.
Almagor cree que ese equilibrio se rompió en 1985 con el intercambio de Jibril por cuatro soldados capturados en Líbano. "Entonces nos rendimos y 160 israelíes murieron después por los terroristas liberados entonces, que organizaron la Primera Intifada", dice Indor.
Sostiene que las muertes de israelíes a manos de palestinos son "resultado de romper el ciclo de la justicia y de que los terroristas, entren y salgan de prisión como si fuese un carrusel". Argumenta que el número de terroristas no es ilimitado y se acaba con ellos matándolos y encarcelándolos. "Pese a toda la buena voluntad que pongamos, hay gente mala en el mundo. Y a ésos no se les habla con buenas palabras; se lucha contra ellos", afirma.
Rechaza cualquier comparación entre víctimas, porque "no se puede equiparar a los soldados israelíes, que siguen órdenes, tienen moral, son caballeros, gente de principios, con esos terroristas que matan inocentes". "¿Por qué no reconocemos que hay grupos que estudian que con la violencia se cambia el mundo?", se pregunta.
A sus ojos, los indultos a estos "profesionales del terrorismo", son un signo de debilidad que resta fuerza al Estado judío. "Las penas deben cumplirse completas. Dejar escapar a los asesinos no contribuye al sistema de paz. No seamos ingenuos. Empiezan tirando piedras y se convierten en asesinos en masa", sentencia Indor.
La incidencia de estos grupos en la decisión política es escasa, pero el debate entre sus encontradas posiciones se aviva con cada liberación, que la mayor parte de la sociedad israelí vive con resignación.