Pekín. El Gobierno chino no quiso pronunciarse ayer sobre el artículo publicado por Wall Street Journal en el que se aseguraba que el empresario asesinado Neil Heywood filtró información al servicio secreto británico exterior, el MI6, sobre Bo Xilai un año antes de morir. En una rueda de prensa, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Hong Lei, señaló ayer que las autoridades comunistas "ya tomaron su resolución" sobre el caso del británico -cuando condenaron a la esposa del exlíder comunista, Gu Kailai, por su asesinato-, pero eludió responder si el empresario fallecido colaboraba con espías del Reino Unido.

Hong se limitó a señalar que el caso "ya está resuelto", a pesar de que todavía falta por conocer cuál es el destino de Bo Xilai, acusado por el Partido Comunista (PCCh) de encubrir el crimen de su esposa e investigado actualmente por la Fiscalía. Según la versión oficial, Heywood fue envenenado por Gu y su asistente doméstico en un hotel de Chongqing (centro) hace un año, ciudad en la que Bo era el secretario general (máximo cargo) del PCCh hasta que cayó en desgracia.

Las pesquisas de las autoridades chinas concluyeron en agosto que Gu, que se declaró culpable en el juicio, había envenenado a Heywood tras mantener varias disputas económicas y al sentir que su hijo, Bo Guagua, estaba bajo amenaza. Las investigaciones del citado diario apuntan que Heywood se reunía habitualmente con un agente de los servicios secretos británicos en China y le proporcionaba información sobre los asuntos privados de los Bo, además de sugerir su indiscreción al conducir un lujoso Jaguar con el "007" en la matrícula.

Hasta su defenestración, Bo Xilai era un firme candidato a entrar a formar parte del Comité Permanente del PCCh en el cónclave que está a punto de comenzar en China, y del que saldrán nombrados los líderes del próximo decenio. Pese a la imagen de unidad que se esfuerza en transmitir el régimen, la purga de Bo, defensor del maoísmo hasta su defenestración, ha dejado en evidencia la luchas internas del partido ante el inminente relevo en el poder. El escándalo es mayúsculo, ya que Bo Xilai es uno de los "príncipes" del país al ser hijo de un líder revolucionario y hasta principios de este año secretario general del PCCh en la ciudad de Chongqing (centro).

No solo eso, sino que representaba la cara más conservadora de esta facción, opuesta a la tendencia liberal de la cantera de la Liga de Juventudes Comunistas y lejana al "grupo de Shanghái", encabezado por el expresidente Jiang Zemin. Antes del escándalo, el exdirigente había sido prácticamente encumbrado como héroe nacional por la lucha anticorrupción que llevaba a cabo en Chongqing, a la vez que reimplantaba en la localidad viejas costumbres maoístas. Se había convertido en firme candidato a ocupar uno de los nueve puestos del Comité Permanente en el Congreso, circunstancia que, sumada a los numerosos claroscuros del caso, ha suscitado las dudas sobre lo que verdaderamente hay detrás del escándalo.