Washington. El huracán Sandy ha impregnado la vida de todos los estadounidenses llegando incluso a ser el protagonista de la campaña electoral que está a menos de una semana de terminar. Los candidatos saben que su actitud en este desastre natural puede ser determinante a la hora de que muchos votantes decidan en una carrera electoral que está siendo más ajustada que nunca. Por eso las actitudes y los actos que están realizando los dos candidatos no son casuales y buscan ganarse el voto de forma indirecta.
En este sentido, el estado de Ohio se está convirtiendo en uno de los protagonistas de la campaña a pesar de que el huracán prácticamente no ha pasado por ese estado. De esta forma reside en que se trata de uno de los estados indecisos más importantes y que podría ser decisivo para que uno de los dos gane la presidencia.
El candidato republicano, Mitt Romney, ha dejado su campaña durante el tiempo que el huracán estaba en el país pero, sin embargo, no ha dejado Ohio. Allí es donde dio el discurso donde anunció que mientras durara el huracán no iba a realizar actos electorales. Justo un día después, Romney seguía allí y aunque no pidió votos sí pidió dinero para las víctimas de Sandy a pesar de que en ese estado no son demasiadas.
Por su parte Obama ha decidido suspender sus tres mítines allí para gestionar las consecuencias del huracán. De esta forma el actual presidente quiere mostrar su responsabilidad de estado y quitarse esa imagen de frialdad y desconexión con la ciudadanía de la que le acusaban últimamente algunos analistas. Por este motivo el presidente se ha volcado con la gestión de Sandy. Durante todo el día de ayer realizó llamadas a todos los gobernadores de los 13 estados afectados y a los alcaldes, llegando incluso a pedir que las compañías de electricidad le avisaran a él personalmente de cualquier incidente.
Pero a pesar de que la campaña ha parado para Obama no lo ha hecho para los demócratas. Michelle Obama, la mujer del candidato, y Bill Clinton, expresidente de EEUU, son la imagen de esta campaña mientras el actual presidente ocupa las funciones de su cargo.
Clinton toma las riendas Según varios analistas el hecho de que las riendas de la campaña la tomen los sustitutos puede tener sus riesgos. Un papel que no es nuevo para Clinton, convertido en uno de los protagonistas de la campaña desde su exitoso discurso en la Convención Demócrata en septiembre. Pero la ausencia del mandatario ha cargado sobre sus hombros una enorme responsabilidad: la de espolear el entusiasmo entre los votantes indecisos en una recta final extraordinariamente ajustada.
La popularidad de Clinton se ha convertido en una herramienta tan importante para la campaña de Obama que el candidato republicano, Mitt Romney, la convirtió en un chiste en una cena benéfica en Nueva York a mediados de octubre. "El presidente y yo tenemos mucha suerte de tener a una persona que siempre está nuestro lado, alguien en quien apoyarnos. Yo tengo a mi preciosa mujer Ann, él tiene a Bill Clinton", bromeó.
Clinton no sólo se ha convertido en un apoyo para Obama cuando éste se ha tenido que ausentar sino que también ha tomado parte activa en el diseño de la estrategia. Según fuentes cercanas a los demócratas fue el expresidente quién propuso que empezaran a describir a Romney como un político manipulable y sin ideas firmes a retratarle como un conservador extremo.
Sin embargo el republicano cambió hacia posturas más moderadas en sus últimos discursos por lo que Clinton centró sus mítines del lunes en temas menos transitados en la campaña, como las becas para estudiantes o el cambio climático, y puso de nuevo el acento en el plan de empleo de Obama, dispuesto a salir de su papel de sustituto con la cabeza incluso más alta que de su tiempo como mandatario.