Damasco/EL cairo. ESTAMOS en guerra, solo hay blanco o negro, amigos o enemigos y nada entre medias", afirma el comandante de una pequeña brigada revolucionaria de la provincia siria de Alepo. Su opinión es compartida por muchos habitantes del país árabe, que perdieron a amigos y familiares en la lucha contra las tropas del presidente Bashar al Asad. También el régimen obliga a los ciudadanos que hasta ahora han permanecido neutrales a posicionarse, como los cristianos, que suponen en torno al 10% de la población del país.

La mayoría de ellos han tratado de mantenerse hasta ahora al margen del conflicto entre el Gobierno dominado por alauíes y la oposición armadas de mayoría suní. Pero al escalar el conflicto, se sienten cada vez más atrapados entre un régimen que lanza bombas contra barrios residenciales y las brigadas de la revolución, algunas de las cuales luchan en nombre del islam. Bassam Ishak, cristiano y uno de los miembros en la cúpula del opositor Consejo Nacional Sirio (CNS), denunció hace dos semanas que el régimen había intentado, en vano, repartir armas a supuestos simpatizantes en los barrios cristianos de Damasco, algo que éstos rechazaron. El patriarca de la Iglesia greco-católica melquita, Gregorio III, publicó pocos días después un mensaje a los miembros de su comunidad en la capital siria en el que destacaba que su iglesia, una de las tres mayores comunidades cristianas del país, no había sido forzada por el régimen a tomar las armas.

Al mismo tiempo advirtió: "Todos los cristianos deben rechazar las ofertas de armarse. Les recuerdo las palabras de nuestro señor Jesucristo, que dijo que aquel que tome la espada morirá por la espada". De la Iglesia ortodoxa griega llegaron declaraciones similares. Muchos cristianos interpretaron los mensajes del líder eclesiástico como un preventivo cambio de dirección de los líderes religiosos, que ya no creen en la supervivencia del régimen del presidente Al Asad.

cambio de postura Cuando comenzó el conflicto, hace 17 meses, varios obispos y patriarcas advirtieron de las consecuencias negativas de un derrocamiento del régimen, alegando entonces el ejemplo disuasorio de las comunidades cristianas en Irak, que tras la caída del régimen de Saddam Hussein se convirtieron en objetivo de grupos terroristas islámicos.

Entre los cristianos es fuerte también la preocupación de que les ocurra como a sus hermanos de fe coptos en Egipto, que tras la victoria electoral de las fuerzas islámicas, encarnadas en los Hermanos Musulmanes, se sienten aún más discriminados que durante el régimen de Hosni Mubarak y el posterior periodo de transición en manos de los militares. Los sabios religiosos suníes, del lado de las brigadas de la revolución en la provincia de Alepo, no exigen a los cristianos que viven ahí que combatan con las armas contra el régimen, pero consideran que la neutralidad ya no es una opción.

En una declaración del Frente de los Sabios Religiosos de Alepo, que difundió esta semana una web de la oposición, se dan claras instrucciones: "Los cristianos deben publicar declaraciones en las que condenen al régimen; los cristianos deben colaborar con el Ejército Libre de Siria (ELS); llamamos a los cristianos a no aceptar armas de las bandas del régimen o hacerlo y entregárselas al Ejército Libre de Siria". Pero los sabios religiosos no aclaran qué ocurrirá con los cristianos sirios de no cumplir esas instrucciones.

Mientras, el conflicto continúa su curso de forma cada vez más cruenta. Ayer, los opositores denunciaron que las fuerzas sirias habían intensificado sus bombardeos con helicópteros, tanques y artillería, además de denunciar ejecuciones en distintas aldeas y ciudades a lo lrago del país. Los insurgentes también acusaron al Ejército iraquí de disparar sobre sirios que intentaban cruzar la frontera.