El Cairo

El territorio inhóspito, los desiertos pedregosos y sobre todo la precaria situación social convierten partes de la península egipcia del Sinaí en un paraíso para la ilegalidad: contrabandistas, secuestradores y vendedores de armas campan a sus anchas en la región.

Los habitantes de la zona, unos 600.000 beduinos, son ciudadanos de segunda clase en Egipto. Una cuarta parte de ellos no tiene siquiera un documento de identidad egipcio. Y apenas si se benefician del boom del turismo en el sur del país. La mayoría se dedican por ello a actividades ilegales. El Sinaí es además zona desmilitarizada desde los tratados de paz entre Egipto e Israel (1979). Ello implica que las fuerzas militares tienen que atenerse a ciertas limitaciones. La situación, sin embargo, no tenía que haber llevado al vacío de poder actual, ya que cerca de las fronteras con Israel con la Franja de Gaza hay suficientes puestos de control policiales y militares. Ello, no obstante, no ha sido impedimento para los contrabandistas y los constructores de cientos de túneles ilegales que llevan a Gaza.

La policía y los militares son fácilmente sobornables. Medios egipcios hablan de un "fracaso del Estado" en la región. A ello se suma la incompetencia de los militares egipcios. En la torre de vigilancia no había ni un solo soldado cuando los extremistas islámicos atacaron el domingo un punto de control cerca de Rafah, según una reportera del Al-Masry Al-Youm. Todos los efectivos comían juntos en ese momento, ya que justamente terminaba el ayuno de ramadán. Al final, 16 de ellos murieron en el ataque. La población civil del lugar tuvo que encargarse luego de los cadáveres y los heridos. La ayuda no llegó del puesto militar alertado por los vecinos. "Nos dijeron que no había órdenes y que por ello no podían abandonar su puesto", citó la reportera a un testigo.

La situación en el Sinaí ha empeorado tras la caída del régimen de Mubarak. Los indicios apuntan a que en el interior de la península se ha asentado una nueva generación de extremistas islámicos. Parte de ellos son reclutados entre jóvenes beduinos que han abandonado sus tribus, otros llegan de distintas regiones del país u otras naciones árabes. Todos simpatizan con la ideología de Al Qaeda y emulan sus métodos.

"A menudo no tenemos un nombre para esos grupos yihadistas y les colocamos para simplificar las cosas la etiqueta de Al Qaeda", analiza el experto militar Mohammed Kadri Said, del Centro Al Ahram de El Cairo. Los grupos no han emitido declaraciones tras sus acciones. Hasta ahora no hay vídeos de reivindicación en Internet, ni declaraciones de "lealtad" a Al Qaeda como las que solían manifestar en el pasado grupos similares en Irán, Yemen o el Magreb. La escalada puede dañar la frágil y joven democracia egipcia. El islámico Mursi no se atrevió el martes a asistir al entierro de Estado de los 16 soldados. Y un grupo de manifestantes se lo impidió a su primer ministro, Hisham Kandil.