Beirut. La crisis siria está cruzando las fronteras afectando de manera especial a su vecino Líbano, donde el régimen de Bashar al Asad provoca también divisiones. Así, tras una escala del conflicto durante el fin de semana, el Gobierno libanés desplegó a las fuerzas del orden en la ciudad septentrional de Trípoli, donde los enfrentamientos entre partidarios y detractores del régimen sirio han causado al menos 14 muertos en los últimos dos días.

Varias cadenas de televisión informaron de los movimientos del Ejército y la Policía para evitar nuevos choques, al tiempo que mostraron imágenes de la retirada de los vecinos de los barrios enfrentados, donde reinaba la tarde de ayer una tensa calma.

Los enfrentamientos comenzaron el pasado viernes entre los habitantes de las zonas de Bab el Tabaneh, considerado un bastión suní contrario a Al Asad, y los de Jabal Mohsen, de predominio alauí (chií), confesión a la que pertenece el presidente sirio. Los altercados continuaron durante el fin de semana y la noche del sábado se extendieron a otros barrios de la ciudad. Según informó la Agencia de Noticias Nacional libanesa (ANN), los tiroteos a lo largo de la noche así como el lanzamiento de cohetes y los disparos de francotiradores obligaron a numerosas familias a abandonar sus hogares.

En los combates se emplean granadas autopropulsadas y ametralladoras. Por su parte, la agencia ANN precisó que la mayoría de los muertos perecieron por disparos de francotiradores desde las azoteas.

Aproximadamente cada diez minutos se podían oír explosiones, lo que impedía que las fuerzas gubernamentales penetraran en Bab al Tabané. Los habitantes de Jabal Mohsen, al igual que la familia de Al Asad, pertenecen a la comunidad alauí, una secta del chiísmo que representa a cerca del 10% de la población siria y que apoya al régimen.

División libanesa El conflicto sirio ha profundizado la división entre los libaneses, de los que una parte, encabezados por el grupo chií Hezbolá, apoya al régimen de Damasco, mientras que la otra respalda la revuelta popular iniciada a mediados de marzo de 2011. Así, los episodios de violencia sectaria han sacudido Trípoli en varias ocasiones desde que las protestas comenzaron en Siria en marzo de 2011, incluyendo una semana de graves choques a mediados de mayo que se saldó con 10 personas muertas y más de 100 heridos.

Las revueltas en el país vecino han tenido como consecuencia el aumento de las tensiones en el Líbano, que sufrió 30 años de hegemonía siria y sigue estando profundamente dividido entre partidarios y detractores de Asad, mientras que el Gobierno opta por no pronunciarse y mantener su neutralidad.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, originario de Trípoli, denunció el sábado la falta de soluciones a estos enfrentamientos. "Por desgracia esta tensión existe desde hace años y cada vez que ocurre, buscamos un alto el fuego, pero el problema permanece, es polifacético y una de sus principales causas es que la región ha sido gestionada con negligencia", argumentó. Por su parte, en su reciente visita a Beirut, Kofi Annan expresó su temor a que el deterioro de la situación se extienda al Líbano, advirtiendo sobre el recrudecimiento de distintos actos criminales y secuestros en la frontera líbano-siria en los últimos meses.