MANAGUA. La proclamada victoria del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que asumirá un nuevo mandato el próximo martes, ha abierto un nuevo cisma entre el oficialismo y la oposición, y se ha convertido en una gran incógnita que quizás nunca llegará a despejarse. ¿Ganó realmente Ortega? ¿Obtuvo más del 62% de los votos? Son las preguntas que muchos aún se hacen transcurridos dos meses de una votación celebrada en paz en la mayor parte del país, pero precedida por una campaña electoral repleta de irregularidades, según observadores locales y extranjeros que supervisaron los comicios generales.
El mandatario de 66 años, que gobernó de 1985 a 1990 y volvió al poder en 2007, fue inscrito candidato de una alianza encabezada por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), pese a que la Constitución prohíbe ocupar la presidencia más de dos veces y en dos períodos continuos. Las cuatro fuerzas opositoras que ahora rechazan el resultado oficial de los comicios aceptaron participar en la contienda pese a tener por rival a un "candidato ilegal", como llaman a Ortega, y estar dirigidos por un Consejo Supremo Electoral (CSE) a cuyos magistrados acusaron de fraude en las municipales de 2008.
A ello se sumaron denuncias sobre un padrón electoral "inflado" con muertos y emigrados, retrasos en la entrega de cédulas -indispensables para votar-, la exclusión de tres grupos de observación nacional y las restricciones puestas a observadores extranjeros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE) para ingresar a las mesas en distintas zonas del país.
Quejas de los observadores "En un 20% de las mesas que debíamos observar no pudimos ver cómo estaban esas urnas" al inicio de las votaciones, se quejó el excanciller argentino Dante Caputo, jefe de la misión de la OEA, horas antes de que el tribunal electoral diera por ganador a Ortega con un inesperado 62,6%. Fiscales de la opositora alianza Partido Liberal Independiente (PLI) denunciaron que fueron expulsados de recintos electorales antes, durante y después de la votación. Según el Instituto para la Democracia, que observó los comicios sin acreditación oficial, en la tercera parte de las juntas de votación no había fiscales opositores.
"Hubo en estas elecciones 12.000 juntas receptoras de votos, y en cerca de 4.000 de ellas el partido oficial se quedó solo contando los votos a su gusto (...) Se llevó las urnas con los votos y se encerró a solas, desparramó las boletas por el suelo y se sentó a contarlos sin testigos", ironizó el escritor Sergio Ramírez en un artículo de opinión. Numerosas personas en Managua y en el interior dijeron que muchas mesas abrieron en secreto una o dos horas antes de lo previsto y solo con la presencia de dos funcionarios electorales y un fiscal del partido sandinista. "Las urnas ya venían preñadas" de votos, protestó el ex candidato presidencial del Partido Liberal Independiente, Fabio Gadea.<efe