ankara. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ordenó ayer a las unidades de elite de su Ejército que entren en territorio iraquí para vengar la muerte a manos de guerrilleros kurdos de al menos 24 militares turcos en la madrugada de ayer. El ataque, reivindicado por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), produjo también 18 heridos y se perpetró de forma coordinada contra ocho puestos que el Ejército turco tiene en la frontera con Irak, en la provincia de Hakkari. El objetivo de la represalia de Ankara, que según varios medios turcos ya se habría cobrado la vida de 23 milicianos kurdos, es desmantelar las bases que el PKK mantiene en territorio iraquí.

Erdogan, quien tras el ataque kurdo canceló un viaje a Kazajistán y convocó una reunión de la cúpula de seguridad, confirmó que el Ejército inició una contraofensiva por aire y tierra, aunque no validó la cifra de bajas que éste habría causado en las filas del PKK. A la espera de este dato lo que sí es relevante es el tono beligerante del discurso del primer ministro que ayer, en un mensaje televisado, dijo que "no daremos un paso atrás y no cederemos un milímetro del territorio de este país. Esto debe saberlo el enemigo". Erdogan agregó que todos aquellos "que son capaces de matar a niños, bebés aún no nacidos, maestros e ingenieros, deben morir". Además advirtió que quienes apoyan al PKK desde el exterior "pagarán por ello" y denunció a quienes "se pasean del brazo con los terroristas y no condenan el terrorismo", en referencia a la relación que los nacionalistas kurdos moderados del Partido de la Paz y la Democracia (BDP) mantienen con el PKK.

Pese a la dureza de estas palabras, el mandatario turco pidió a su pueblo paciencia y que no deje llevar por la ira ya que si no, los terroristas "habrían logrado su objetivo".

Frente a este discurso, el principal partido de la oposición, el CHP, exigió ayer la dimisión del Gobierno de Erdogan al entender que "ha fracasado su política para resolver el problema kurdo". Por su parte, el nacionalista MHP llegó a solicitar que se declare el estado de emergencia y se acabe con la estrategia de apertura hacia la minoría kurda.

45.000 muertos en 27 años Los ataques a los 8 puestos fronterizos en Hakkari suponen la quinta ofensiva más grave desde que el PKK tomó las armas en 1984 para reivindicar la autonomía de los 12 millones de kurdos que viven en Turquía. Desde entonces, unas 45.000 personas han muerto en la guerra no declarada entre los rebeldes kurdos y las fuerzas turcas.

Mediante un comunicado colgado ayer mismo en la agencia pro kurda Firat, el PKK, considerado terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, reivindicó los ataques y aseguró que habían provocado 100 bajas, entre muertos y heridos, en las filas turcas.