Las celebraciones se sucedieron en Israel, Gaza y Cisjordania con el mismo fervor que los debates a favor y en contra del intercambio de prisioneros en los medios. Los que defendían que el acuerdo "dará alas a los terroristas" pudieron usar las palabras de los Comités de Resistencia Populares para probar su argumento: "Secuestraremos más Shalits hasta que todos los presos palestinos sean liberados". Otras fuentes palestinas apuntaban que "el secuestro de Shalit ha traído más resultados que 20 años de negociaciones".
Sin embargo, el Cuarteto lo sigue intentando: el próximo día 26 se reunirá con israelíes y palestinos por separado para discutir una nueva propuesta que incluye que las partes eviten medidas que perjudiquen el estatus final del acuerdo. Aunque la nueva propuesta fue acogida positivamente por el gabinete israelí, días después, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, anunció la construcción de 2.810 nuevas unidades de vivienda en el asentamiento de Givat Hamatos, que contribuirá a la desconexión de Jerusalén Este del resto de Cisjordania.
Mientras tanto, Hamás aprovecha su momento de gloria para tratar de impulsar sus objetivos, y su líder en el exilio, Jaled Meshal, ha invitado al presidente Mahmud Abbas a un encuentro la próxima semana en El Cairo para comenzar con la implementación del acuerdo de reconciliación. Por su parte, la mermada Autoridad Palestina trataba de sumarse a la celebración de manera digna y, en un intento de recobrar el protagonismo, Abbas aseguraba a los congregados en Ramala que "celebraréis el resultado de vuestra lucha en el estado palestino con su capital, Jerusalén Este".
Huelga de Hambre El mismo día en que los presos liberados regresaban con sus familias, los que se quedaron en las cárceles decidieron suspender la huelga de hambre durante tres días después de que las autoridades israelíes aceptasen acabar con la política de aislamiento de presos y se comprometiesen a mejorar sus condiciones. Los prisioneros, que llevaban 22 días sin comer, avisaron de que la huelga se reanudaría si Israel no cumplía su promesa.
Las manifestaciones de alegría se sucedieron durante todo el martes, pero hubo familias que regresaron a casa sin sus seres queridos. Es el caso de Abla Saadat, esposa del secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina Ahmed Saadat, y Fadwa Barghouti, esposa del destacado y carismático líder de Al Fatah Marwan Barghouti. Sus historias, tan diferentes como paralelas. Saadat fue acusado de planear el asesinato del ministro de Turismo Rehavam Ze´evi en 2001. Se refugió en la Muqata con Yaser Arafat, y al encontrarse sitiados, el líder palestino prometió encarcelarlo. Pero, en 2006, fue trasladado a una cárcel israelí, donde permanece desde entonces.
Ha pasado la mayor parte de los últimos cinco años en confinamiento solitario. Barghouti, en cambio, solo permaneció en estas condiciones durante los tres primeros años. También fue arrestado en 2002 y condenado a cadena perpetua por planear y encargar atentados durante la Segunda Intifada. Los dos tienen cuatro hijos y una mujer que les espera. Pero, sobre todo, ambos son considerados respetados líderes políticos capaces de cambiar la realidad sobre el terreno y arrastrar al pueblo palestino con ellos. Según sus esposas, esta es la verdadera razón por la cual Israel no los ha liberado.