Bagdad. La capital iraquí vivió ayer de nuevo una jornada violenta con una cadena de trece atentados en barrios de mayoría chií que dejó al menos 57 muertos y 248 heridos, según informaron fuentes policiales. Con anterioridad, el portavoz del centro de operaciones de Bagdad, general Qasem Ata, había cifrado el número de víctimas en cuarenta muertos y setenta heridos. Ata explicó también que los ataques fueron perpetrados con diez coches-bomba, mientras que hubo tres explosiones "de origen desconocido".

El portavoz gubernamental agregó que los atentados ocurrieron en barrios de mayoría chií como Al Kazemiya, en el norte, donde se encuentra un importante santuario de este credo; Ciudad Sader, en el este, bastión del clérigo radical chií Muqtada al Sadr, y Al Bayá, en el suroeste, escenario frecuente de este tipo de ataques cuyo objetivo, según Ata, es "alterar la seguridad en Bagdad". Por el momento, la autoría de los ataques de ayer no ha sido reivindicada por ningún grupo.

Hasta ahora, la cadena de atentados más sangrienta en lo que va de año en Irak se registró el pasado 25 de agosto cuando 64 personas perdieron la vida y 219 resultaron heridas en una decena de ataques en ocho provincias. Los atentados de ayer ocurren después de que 58 personas murieran el domingo en un asalto armado contra una iglesia sirio-católica en Bagdad, que fue reivindicado por Estado Islámico de Irak, un conglomerado de grupos terroristas vinculado a Al Qaeda.

El primer ministro iraquí en funciones, Nuri al Maliki, ha ordenado la detención del oficial que estaba al mando de los policías que vigilaban la zona donde se encuentra la iglesia Sayida An Nayá (señora del socorro en árabe). Sobre la posible responsabilidad de las fuerzas de seguridad en la cadena de atentados de ayer, el asesor del Ministerio de Defensa iraquí, Mohamed al Askari, apuntó que "ninguna institución está libre de negligencia. Ya sean oficiales o policías los negligentes serán buscados con independencia de sus rangos".