El Kuga reclama atención por medio de una próxima generación repleta de contenido y adornada por una estampa absolutamente contemporánea. Entrará en acción a comienzos del año que viene. Su objetivo no es otro que alzarse hasta el liderato del todavía pujante mercado SUV. Si fracasa en el empeño no será por falta de cualidades, sino por la férrea oposición que va a encontrar en los muchos y competentes rivales que ya están asentados en la categoría.
La nueva entrega hace suyo el discurso estético de los Ford más recientes, paliando así una de las carencias de la remesa en activo. El Kuga actual es uno de los últimos productos de la casa pendientes de actualización cosmética. Su sucesor, que comienza a fabricarse a fin de año, resuelve ese inconveniente. Viene dispuesto a atraer las miradas con una figura elegante y estilizada que vaticina un comportamiento dinámico ágil. Será un poco más largo (gana seis centímetros, dos de ellos entre ejes), ancho y bajo. Pero el del diseño es solo uno de los abundantes cambios que prepara el modelo.
De entrada, la generación venidera emplea la plataforma comodín presentada por el último Focus, que procura un plus de rigidez y permite reducir peso. Además, incorporará un abanico de motorizaciones inusitadamente amplio, en el que la electrificación adquiere un protagonismo creciente. En ese menú motriz destaca la presencia de tres variantes híbridas.
De hecho, al nuevo Kuga le corresponderá el honor de estrenar desde su mismo lanzamiento la tecnología híbrida enchufable desarrollada por Ford. Esta factura de impulsión mixta, que coordina una mecánica eléctrica y otra de gasolina, suministra una potencia conjunta de 225 caballos. Según el fabricante, “ofrece la autonomía de un motor de combustión tradicional junto con la eficiencia y el refinamiento de un motor eléctrico.”
El modelo programa asimismo una interpretación no enchufable de este sistema híbrido. Anuncia consumos en torno a 5,6 litros y emisiones a partir de los 130 g/km de CO2. Estará disponible con tracción delantera y total inteligente. El Kuga sugerirá además una motorización EcoBlue Hybrid en la que el diésel 2.0 litros de 150 CV se asocia a un sistema de hibridación suave, con batería de 48 voltios, para atenuar el gasto y la contaminación.
El menú de propulsores al servicio del futuro SUV también contempla, claro está, candidatos convencionales diésel y gasolina. Contendrá bloques a gasóleo de 120 y 190 CV, así como variantes del 1.5 EcoBoost con 120 y 150. Este gasolina se convierte en el pionero de los tricilíndricos en emplear el sistema de desactivación puntual de cilindros para economizar carburante y emisiones. En la nueva entrega del modelo estará disponible una avanzada transmisión automática de ocho velocidades.
Como ya es habitual en Ford, el próximo Kuga va a proponer un acabado básico y tres puestas en escena a la carta: ST-Line, Titanium y Vignale. A cada una de ellas corresponde un estilo de ornamentación, unas dotaciones y un precio diferentes. Al igual que en el caso del Focus, el equipamiento se enriquecerá sumando sistemas de ayuda a la conducción. Incluirá recursos como control de crucero activo con funciones de frenado, mantenimiento de carril, alertas del tráfico macha atrás y de ángulo muerto, asistente de aparcamiento y dirección, reconocimiento de señales, etc.
El Kuga ofrece por primera vez la tecnología Drive Mode, que permite a quien lo conduce ajustar la respuesta del acelerador, el tacto de la dirección, el control de tracción y la celeridad del cambio de marchas en la caja automática. El objetivo es de adecuar la respuesta y el rendimiento del vehículo a las preferencias personales y a los distintos escenarios de conducción. El sistema añade a los modos habituales (Normal, Sport y Eco) dos nuevas funciones que permiten rodar por zonas con baja adherencia (nieve y el hielo) y ayudan a mantener el impulso del coche en superficies blandas y deformables (nieve y arena profunda).