Decía uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero que nunca hay que despreciar una oportunidad para brindar por algo bueno, incluso aunque en principio parezca la mayor tontería del mundo o el día venga cruzado de narices. Por eso con él podías celebrar si había salido el sol, si granizaba o si nevaba porque seguro que eso era bueno para alguien, ya se dedicase a la agricultura, al turismo o al arreglo de chapa de los coches. Este va a ser el primer San Prudencio en el que no va a estar en la cena previa de este viernes. También celebró el día que le dijeron que su cuerpo estaba en la cuenta atrás, ya que, según apuntó él mismo, el que le había dado el matasanos era más tiempo del que el abuelete esperaba. Hace ya unas semanas que le hizo la última pedorreta a la vida y en el local se cumplieron con las tradiciones de estos casos. Eso sí, durante la manduca en honor al meón que se va a llevar a cabo en el bar se ha decidido hacer también un brindis de celebración en su nombre, porque la vida, con todas sus mierdas, es bueno festejarla. Y sí, la realidad se empeña en tocar las palmas cada dos por tres, algunas veces por cosas horribles y otras por cuestiones nimias pero tocapelotas. Pero, aún con todo, es necesario recordarse que, todavía, tenemos algo que celebrar.
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