Asegura uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero que la única cosa buena del cóctel de fármacos que se viene tomando desde hace años para los diferentes males que le aquejan es que no engorda ni para atrás, así que se ha pasado tres pueblos estos días y como si nada, oiga. Es el único con esa suerte. Uno de los abueletes ha confesado que el langostinicidio y el croqueticidio acometido tanto por sus nietos como por él mismo en la cena del 24 han sido de los que marcan una época. No hay ni dieta ni limitación de colesterol que valga estos días. De hecho, el viernes nos toca cena en el local. Por supuesto, cada uno paga lo suyo. Nuestro escanciador de café y otras sustancias aporta su curro, la cocina y la factura, porque será Navidad y lo que se quiera, pero no invita ni a los chupitos posteriores. Eso sí, los aitites marcan las pautas del menú y la principal prohibición, como todos los años, es lo del vino caliente. Mira que unos y otros beben de todo, pero esta fórmula espirituosa tiene acérrimos enemigos entre estas cuatro paredes. Por la razón que sea, le tienen un paquete de aúpa y no es cuestión de uno o dos, sino de la comunidad del tinto en su conjunto. Así que habrá que darle a los espirituosos de costumbre.
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