Como caracoles tras un aguacero. Los vitorianos, agazapados bajo el preceptivo paraguas, asomarán hoy por los espacios más tradicionales del ámbito festivo gasteiztarra pese a la profusión de aguaceros de las últimas horas. La lluvia, otrora fiel compañera de las andanzas de jaraneros, creyentes y curiosos, que de todo abunda por San Prudencio, no supone mayor inconveniente para quienes disfrutan con el santo meón, sus propuestas y sus andanzas. Quien más quien menos, obviando la metamorfosis meteorológica de la Vitoria tropical impuesta por el cambio climático, está acostumbrado a padecer por estas fechas, y sin soltar el katxi y el pintxo, granizadas, heladas siberianas, tormentas históricas, vendavales con marchamo de Florida o solanas propias de la sartén de Andalucía, a veces, fenómenos acumulados el mismo día. Así que no hay duda sobre la capacidad de los vitorianos para sortear los elementos y centrarse únicamente en lo importante, como la lidia con los precios de talos y rosquillas, que seguro que llegan con brío para el asombro o la congoja de quienes accedan a las campas de Armentia, que se transformarán en un ir y venir de espíritus festivos. Que ustedes lo disfruten con prudencia, haga el tiempo que haga.
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