Ha pedido el asilo barístico con todas las de la ley. Su pretensión es poder pasar el máximo tiempo posible en nuestro amado templo del cortado mañanero sin tener, eso sí, que estar consumiendo de manera permanente. Solo pide un hueco donde no molestar y acceso al baño. Así lo ha puesto negro sobre blanco en la solicitud escrita presentada ante nuestro querido escanciador de café y otras sustancias, quien, para nuestra sorpresa, no ha mandado al viejillo a esparragar. O por lo menos, no con la retahíla de improperios y tacos acostumbrada. En el fondo, se está apiadando de él. La cuestión es que los vecinos de arriba del aitite han decidido hacer lo de Atila y los hunos en su hogar y el abuelete se está jartando de golpes por todos los lados, música reguetonera a todo trapo y cierto olor a humo que no es de tabaco. Pero es que, además, en la vecindad les tienen que cambiar la tubería general del agua y también se ha montado la fiesta de la palmera melocotonera en las escaleras. Por si fuera poco, el abuelete se ha encontrado con que es uno de esos a los que la TDT les ha abandonado y ni siquiera le queda el recurso de gritarle a la pequeña pantalla. Por eso, antes de morir sepultado a golpe de martillo, el venerable está buscando que algún alma caritativa se apiade de él.