En las últimas horas de La Blanca nos entraron ayer varios viejillos a nuestro querido templo del cortado mañanero cantando aquello de salir, beber, el rollo de siempre... demostrando mantener todavía un cuerpo jotero de aupa el Erandio y un conocimiento de la discografía de Extremoduro que nos dejó alucinados. Antes de que Celedón subiera a los cielos hubo en el local uno de esos almuerzos de limpieza de corrales, para no dejar nada en las cámaras, que el bar no cierra, pero nuestro amado escanciador de café y otras sustancias se nos va y nos deja con el becario, vamos, su hijo. También se marcha buena parte de la parroquia habitual, aunque resisten unos cuantos y los que trabajamos, claro. Los primeros están haciendo planes porque este fin de semana comienzan fiestas en muchos puntos de esta nuestra tierra, con esa afición que tenemos los de Álava de hacer bajar personas, bichos y cosas de un balcón, que esto habría que estudiarlo seriamente algún día. Así que tienen la agenda en la mano para establecer una estrategia de ataque, que se han quedado con ganas de más jolgorio. El único problema es que quieren encontrar a alguien que les lleve, que no están en edad de meterse en un autobús fiestero con la chavalería, aunque eso sería curioso de ver.