as páginas de los libros de Historia en los años de EGB nos retrotrajeron a sucesos tan incomprensibles para aquellas mentes adolescentes como la devastadora erupción del volcán Vesubio, que sepultó la ciudad de Pompeya, o ya en la Edad Media supimos de las funestas consecuencias de las epidemias de cólera, tifus, viruela o gripe. Todo aquello lo leíamos y escuchábamos absortos desde nuestros pupitres por boca de los profesores, sin ser capaces de asimilar la magnitud de ambas catástrofes. Unos cuantos siglos después, esa misma Historia nos está haciendo vivir y sufrir en primera persona las trágicas consecuencias de una pandemia. Si todo eso no fuera suficiente, en nuestras pantallas hemos observado en riguroso directo durante 86 días los destrozos y el dolor de los habitantes de La Palma ante el avance de las riadas de lava. Ambos acontecimientos quedarán ya registrados en los libros para los escolares como parte de la Historia de este nefasto tramo del siglo XXI. Todavía inmersos en los malos tragos de la pandemia y una erupción volcánica a punto de terminar en estas jornadas, prefiero no recordar circunstancias excepcionales estudiadas en aquellos años de la EGB. Miedo me da pensar en la siguiente tras años como 2020 y 2021, que ya están por méritos propios en la galería de los horrores.
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