on estos calores, el becario de nuestro amado templo del cortado mañanero nos tiene enchufado de tal manera el aire acondicionado que un viejillo comentó el otro día que es entrar al local y, a sus años, encontrarse con que se le ponen los pezones como para rallar queso. Esperando que el hijo de nuestro escanciador de café y otras sustancias no convierta el bar en parte de la Antártida?, es mejor tener a los venerables con cachondeos como éste porque si no se ponen tensos por las cuestiones más tontas. Un ejemplo. Ninguno conoce en persona al tal Lionel Messi. Es más, el fútbol les interesa lo justo. Bueno, les importa en la medida en que pueden meterse pullas. Pero el otro día fue leer en el periódico lo que el muchacho cobraba en el Barça y lo que se va a embolsar en París, y el alma de pensionistas se les salió del pecho. ¡Qué forma de decir tacos! Como alguno de los jóvenes tenía el cuerpo jotero, alguien dijo que si ganaba tanto era porque se lo merecía. A lo que un viejillo contestó que si trabajar es pegarle a una cosa redonda, se le ocurrían dos esferas colganderas a las que él podía dar de bastonazos. Y así, una barbaridad tras otra. Alguien sentenció que el trabajo es salud y que qué importa el dinero. Ahí, justo ahí, fue cuando todos los presentes se unieron contra el mismo. Pobre. Casi no sale vivo.
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