iento lástima por todo lo acontecido en el mundo del fútbol en la última semana. Hace tiempo que este deporte de miles de millones de adeptos en todo el mundo se ha convertido en un negocio, perdiendo gran parte de su romanticismo. Sin embargo, nunca pensé que se intentaría exprimir hasta la última gota de su encanto con el objetivo de que los clubes ricos sean todavía más ricos. ¿Dónde quedan valores como el esfuerzo y el sacrificio en una Superliga en la que el mérito deportivo no importa? Con esto no quiero defender a la UEFA, la FIFA y LaLiga, que llevan tiempo destrozando el fútbol llevándose el Mundial a Qatar, la Supercopa de España a Arabia Saudí y LaLiga a Miami. Sin embargo, que Florentino Pérez asegure que están arruinados es lo último que me quedaba por escuchar. Florentino Pérez, sí. Un hombre que se ha gastado 115 millones en Hazard, 60 en Jovic, 50 en Militao y que quiere renovar a Ramos con 35 años por un pastizal. Igual la mejor manera de no estar arruinado con 600 millones de euros de ingresos es evitar los excesos, en lugar de robar el fútbol a los aficionados y a aquellos que sueñan con que algún día se repita una final de la UEFA como la de 2001 entre Liverpool y Alavés.
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