as hojas del calendario nos indican ya que hemos consumido la mitad de las jornadas festivas de esta atípica Semana Santa. Tras el descanso de jueves y viernes, aún restan mañana y el lunes para disfrutar del asueto quienes no tengan que estar operativos, como quien suscribe estas líneas, o los visionarios que lograron concretar una reserva hotelera con fecha previa al viernes 26 de marzo y que les ha servido como preciado salvoconducto con el que poner pies en polvorosa. Para el resto la Semana Santa está siendo de nuevo una época de pasión y recogimiento. Recogimiento digo porque de nuevo, y ya van dos años, nuestros domicilios y el entorno más cercano son los lugares a los que podemos salir a procesionar. Tenemos la suerte de poder pisar la calle este año, a diferencia de lo que nos sucedió hace 12 meses. Más allá de los límites de territorios vecinos no se puede asomar la cabeza e incluso hay partes que están cerradas al visitante, si no han logrado contener por debajo de la barrera de los 400 casos, la expansión del coronavirus. Tampoco el tiempo nos ha echado una mano y el astro rey es otro que ha decidido tomarse un descanso. Mientras tanto esperamos el veredicto del próximo boletín epidemiológico, que puede llevar a Gasteiz y Álava a un nuevo cerrojazo. Disfrutemos, por si acaso. Carpe diem.
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