Los hurones son uno de esos animales domésticos que despiertan simpatía por su sociabilidad, su actividad y su innata curiosidad. Unen en su personalidad algunas de las ventajas de los perros con otras de los gatos. Quizá por ello se están convirtiendo en una mascota cada vez más popular popular.

Quien decida llevar a su casa uno de estos mustélidos debe ser consciente de que no es ni un perro ni un gato, por lo que necesita sus propios cuidados específicos.

Una mujer sostiene en brazos un hurón joven. Irina Vasilevskaya/Freepik

Alojamiento

Los hurones son animales muy activos, por lo que necesitan moverse, explorar y saciar su curiosidad. Aunque paseen por la casa, siempre vigilados para evitar sustos, será en su jaula donde pasen bastante tiempo, por lo que debe ser amplia, con varias alturas y donde se sientan cómodos y seguros para descansar la suficiente, que será mucho ya que duermen una media de 14 horas diarias.

Por ello, una madriguera cómoda, bien ventilada y lo más oscura posible es imprescindible para que el sueño sea todo lo reparador que necesita. A ello hay que añadir un enriquecimiento ambiental con túneles, escaleras, hamacas y otros accesorios con los que jugar.

Debe contar con un comedero, un bebedero y un arenero para sus necesidades, todos ellos fijados con firmeza a las barras. El suelo debe ser macizo y estar cubierto de algún material absorbente fácil de quitar y lavar. Por ello resulta práctica una puerta amplia para facilitar el acceso y la limpieza diaria.

Alimentación

Los hurones domésticos (Mustela putorius furo) descienden de los turones silvestres, no se sabe si del turón común (Mustela putorius) o del turón de estepa (Mustela eversmannii), ambos cazadores, así que es carnívoro. Son animales de crecimiento rápido y un aparato digestivo corto. Por ello necesitan una dieta con mucha proteína, alrededor del 45%, un alto contenido de grasa, en torno al 20%, un 5% de fibra y poco hidrato de carbono.

En el mercado existen piensos específicos para hurones, por lo que ya no hay que recurrir a los de gato, que salvan la papeleta pero no son lo más adecuado.

Comen varias veces al día, poca cantidad cada vez, por lo que siempre debe haber algo de pienso en el comedero, aunque hay que observar cómo se autorregula.

Salud

La visita al veterinario debe formar parte de los cuidados habituales. De esta manera, además de evitar desagradables sorpresas, también se establecerá el régimen de desparasitación y el calendario de vacunas, que en España no son obligatorias para hurones, pero sí necesarias para viajar con él.

Solo requiere dos vacunas, contra el moquillo canino y la rabia, que pueden trasmitirse entre especies y son mortales. Tras la vacunación inicial completa (tres dosis para el moquillo y una para la rabia, dejando tres semanas entre cada pinchazo), los refuerzos son anuales.

La higiene es importante, pero ocurre como con los gatos, que se lavan solos. No es bueno bañarlos muy a menudo ya que puede estropearse la capa de grasa que los protege, aunque no debe descartarse si hace falta. Lo que sí hay que vigilar es el interior de las orejas para eliminar cera y cortarle las uñas.

La salud del hurón también pasa por la sociabilización. Por ello no está de más plantearse tener una pareja de hurones, ambos esterilizados y pueden ser del mismo sexo. En su defecto, o además, habrá que dedicarle mucho tiempo de juegos, mimos y descanso en común.

Olor y glándulas perianales

Los hurones tienen fama de emanar un olor almizclado fuerte y algo desagradable. Durante mucho tiempo se ha achacado a dos glándulas que tiene a los lados del ano y que segregan una sustancia líquida y espesa. Para evitar este olor, fue práctica frecuente extirpárselas. Pero esta intervención cada vez se recomienda menos por dos razones básicas: una, el origen del característico olor de los hurones no se produce ahí, sino en las glándulas subcutáneas de la cara, y dos, por su salud, ya que este líquido por un lado lubrica las heces evitando atascos y daños, y por otro, es el que le da su olor individual que le identifica ante otros; hay que recordar que es un animal social. La estimulación de las secreciones glandulares de la piel es hormonal, por lo que para controlar o eliminar gran parte del olor (no hay ninguna totalmente eficaz) hay que esterilizar tanto a machos como a hembras, medida que además evita otros problemas como la reproducción no deseada, posibles tumores, territorialidad y agresividad en los machos o hiperestrogenismo, anemia y alopecia en las hembras.