Cada vez tengo menos tiempo para leer o ver series y/o películas en las diferentes plataformas. Tampoco me quejo. Casi siempre, las escasa veces que he invertido mis magros minutos en tales empeños, he acabado frustrado. La ficción, incluso premiada a cascoporro, se me antoja un peñazo que palidece ante la realidad.
Y me cuesta muy poco ponerles un ejemplo. No creo que haya producto audiovisual capaz de competir con la instrucción de un juez de la Audiencia de Barcelona llamado Joaquín Aguirre.
Sostiene el tipo –y no seré yo quien lo desmienta– que Carles Puigdemont estuvo informado al minuto, a través de sus bienmandados tentáculos cerca del Kremlin, de las intenciones del Putin de invadir Ucrania.
Desconozco la utilidad de semejante información, pero comparto con ustedes la consigna junto a mi encogimiento de hombros y mi sonrisa tontorrona ante unos hechos que, una vez más, escapan a mi capacidad de análisis.
Transición sangrienta
Leo en nuestras cuatro cabeceras digitales, y me felicito por ello, que un libro firmado por el antiguo militante antifranquista Luis Puigcercús da cuenta de las 318 personas que fueron asesinadas en la sacrosanta Transición Democrática a manos de las llamadas fuerzas de seguridad del Estado y/o diferentes grupúsculos de la extrema derecha con conexiones en las cloacas paraestatales.
Del número, que yo creo que es pequeño, destacaré que no por casualidad, más de una tercera parte de las muertes tuvieron lugar en Euskal Herria: 123.
Incluimos ahí los cinco mártires de Gasteiz en 1976, los de Montejurra en el mismo año o los asesinatos de los Sanfermines de 1978, además del reguero de ejecuciones sumarísimas de los GAL sobre los que el PSOE sigue silbando a la vía.
Sin desmerecer en absoluto la obra Puigcercús, los que tenemos una edad y unos principios recordamos un trabajo anterior que denunciaba exactamente lo mismo: La transición sangrienta, de Mariano Sánchez Soler, que ya en 2018 puso negro sobre blanco que el terrorismo de ETA tuvo como como brutal correlato la actuación de grupos al amparo del Estado que asesinaron a decenas de personas. No lo olvidemos.