Un mes, 10.000 muertos. Más de la mitad de ellos, niños. Es la cifra que acompaña la primera efeméride. Como escribí, más bien una estimación, que ni siquiera podemos decir si se ha hecho al alza o la baja. Simplemente, se antoja imposible llevar la cuenta en un territorio que está reducido a escombros.

Y lo peor es la certeza de que no hay un horizonte cercano para el fin de la barbarie. Israel tiene claro que lo que ha emprendido no es una represalia. Ni siquiera un escarmiento. Esto es, y así lo dijo el máximo responsable de las matanzas, Benjamin Netanyahu, una guerra de exterminio. Sí, en primera instancia, se refería a Hamás y a los grupos terroristas. Lo que ocurre es que para él todos y cada uno de los palestinos son terroristas, incluidos los niños.

Desde este lado, asistimos al horror creyendo que quizá solo seamos espectadores. Ojalá los hechos no nos demuestren que estamos equivocados.

PSOE-Junts: ahora toca pisar el freno

A la hora de teclear estas líneas, todo apunta a que el jefe de fontanería fina del PSOE, Santos Cerdán, deberá contratar una noche más para él y para su equipo negociador en el hotel de Bruselas donde se alojan.

La última consigna transmitida desde la capital belga es que hay que enfriar las expectativas –esa es la expresión literal; toca metáfora térmica– sobre un acuerdo inminente. Otras informaciones de fuentes más cercanas y, supongo, más optimistas, se sitúan en la zona tibia y, sin poner fecha, señalan que el entendimiento con Junts no va a tardar demasiado. Como es público, por si el encaje de bolillos no era suficientemente complicado, la entrada en escena del aguerrido juez García Castellón imputando a Carles Puigdemont por terrorismo, ha elevado el grado de dificultad.

Todo esto, mientras el PP (y no digamos Vox) se ha echado definitivamente al monte. O más bien, al asfalto, alentando protestas contra todas las sedes del PSOE, que ayer por la tarde recibieron la orden de cerrar por parte de su dirección, alegando motivos de seguridad. Tiene uno que remontarse a los años duros de ETA para recordar una situación semejante. Y lo increíble (o tal vez no) es que no hemos escuchado una palabra de condena del PP.