Semiclandestinidad

– Quizá estemos asistiendo a la revolución en la construcción de un liderazgo, pero extraña dos huevas que quien supuestamente está llamada a ser locomotora del proyecto reunificador de la izquierda alternativa dentro de nueve meses se mueva por las cuestiones más candentes de la agenda política como si estuviera en la clandestinidad. Es verdad que, al humo de las velas y porque no le quedaba más remedio, el martes Yolanda Díaz se alineó con el presunto trozo del gobierno al que pertenece votando no a la reforma de la ley de marras. Pero también lo es que, seguramente en aplicación de la ley de la compensación, participó en el absoluto y cruel vacío que le hicieron a Irene Montero todos los miembros del gabinete, con la excepción de Ione Belarra. Una actitud, por cierto, que pagará con la saña habitual por parte de sus presuntas compañeras y, sobre todo, del macho alfa que la designó como sucesora y que no mucho tiempo después la convirtió en diana de sus ataques más despiadados.

“No hacer ruido”

– Ese acogotamiento por parte del fundador de Podemos y de sus secuaces Echenique y Monedero explican el perfil no ya bajo sino bajísimo de la teórica cabeza de cartel de un proyecto llamado, entre la ironía y la rechifla, Sumar. Además de no mostrar el menor signo de rebelión frente a los insultos y al ninguneo más allá de la letanía “prefiero no hacer ruido” que repite una y otra vez, Díaz ha esquivado todos los asuntos espinosos entre los dos socios del gobierno español de coalición, desde la mentada reforma de la ley del solo sí es sí al envío de armas a Ucrania, pasando por la matanza de la valla de Melilla o el giro copernicano en la relación con Marruecos y consecuente abandono a su suerte del pueblo saharaui. Alguna declaración de aliño en voz bajita y pare usted de contar.

de carril

– Repasando las declaraciones de los últimos meses, solo se ha significado en cuestiones de carril sin mayor recorrido. ¿Reclamar la subida del SMI? Hombre, es lo suyo; pero hasta esa bandera le ha birlado Sánchez. Lo demás, nada entre dos platos: criticar el sueldo del presidente de la CEOE y coger la pancarta del tope de los precios de los productos básicos por parte de las grandes cadenas, algo que, en realidad, pertenece al negociado del otro ministro de IU desaparecido en combate, Alberto Garzón. Si añadimos que también se ha echado a un lado (o la han apartado) de la inminente contienda electoral de mayo, cabe preguntarse con qué credenciales pretende llegar a las generales, que es en las que aspira a lucir.