nésimo mártir de la libertad de prensa: Después de salvar el pellejo en Irak, Afganistán o Libia, entre otros infiernos, una bala rusa ha acabado con su vida en un cruce de carreteras de la localidad de Irpin, a 25 kilómetros de Kiev. Buscaba allí dar testimonio de la masacre perpetrada por el carcamal sin escrúpulos Vladimir Putin. Más en concreto, de la huida desesperada de las decenas de miles de refugiados. Su nombre se une así al del operador de cámara local Yevhenii Sakun, que pereció en el bombardeo de una torre de comunicación de la capital asediada el primer día de los ataques, pero también a los otros nueve compañeros de oficio caídos desde el auténtico comienzo del conflicto en 2014. Todo hace temer que la lista seguirá creciendo. DEP.
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