oca hacer acopio de palomitas. Las dos formaciones supervivientes del extremocentro español vuelven a estar a guantazo limpio. O sucio, mejor dicho, porque, siguiendo las costumbres y las idiosincrasias de los contendientes, predominan los golpes bajos. ¿Y van en serio? Reconozco que no sé qué decirles. Desde luego, la agresividad de los recados y el grosor de las amenazas parecen estar varias corcheas por encima de lo visto y oído en las diez o doce veces anteriores. De igual modo, también es mayor el nivel de alarma de la diestra mediática, que se desgañita llamando al orden a los pendencieros. Con lo que había costado coger la ola buena para desalojar a Sánchez, volvemos al cuerpo a tierra, que llegan los nuestros, viene a ser la moralina de editorialistas y columneros. No tengo el menor empacho en confesar que yo asisto al espectáculo con total despreocupación y, desde luego, con bastante curiosidad por ver si llega la sangre al río, aunque sean unas gotitas. ¿Tendrá Vox lo que hay que tener para dejar al PP colgado de la brocha en Andalucía, Murcia, Castilla y León, Madrid comunidad y Madrid capital? Me gustaría equivocarme, pero me da que ahí se va a parar el caballo encabritado de los abascálidos, que como siempre, solo buscan focos para sus cabriolas y sus exabruptos. El Cid de Amurrio está encantado de haber sido nombrado persona non grata en Ceuta, y mucho más, si tal baldón le cae a propuesta de una formación tildada de proislamista y promarroquí. Más madera, y de la que arde bien, para su hoguera victimista. Eso son votos contantes y sonantes en la plaza norteafricana y más arriba. Se lo ponen a huevo.
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