¿Anteproyecto de Ley Vasca de Educación? ¿Partiendo de un acuerdo de PNV, PSE, EH Bildu y, aunque a regañadientes, ¿Podemos? ¡Hummmm! ¡Qué caramelo más rico para rechupetear sacando a pasear las mandangas habituales sobre la lengua única y la persecución del castellano! Sí, son mentiras, pero la prensa de orden no va a dejar que les joroben los titulares.
"El PSOE vasco amenaza la subsistencia del castellano en la escuela vasca"
El encabezado más suave (que no respetuoso con la verdad) es el de ABC: “El Gobierno vasco impone el euskera y complica la educación en castellano”. Un paso más allá, La Razón señala directamente al socio del PNV en el Ejecutivo vasco: “El PSOE cede al PNV y margina el castellano en la escuela vasca”. Puesto eso arriba, pista libre para el delirio: “El PSOE vasco amenaza la subsistencia del castellano en la escuela vasca. Los socialistas han avalado el anteproyecto de ley de Educación, por el que desaparecen los modelos lingüísticos y, por tanto, la posibilidad de estudiar en castellano tanto en colegios públicos como en centros concertados del País Vasco”.
"PSE, PNV y Bildu fulminan el español en las escuelas vascas"
Ya les digo que todo es radicalmente mentira. Se podrá estudiar en castellano como hasta ahora. Pero da igual cómo lo gritemos. Aquí tienen la versión de primera página de El Mundo: “PSE, PNV y Bildu fulminan el español en las escuelas vascas”. En la noticia de interior, firmada por un conocido inventor del terruño, raca y más raca: “La nueva ley de Educación impide a los padres escoger enseñanza en castellano y obliga a que todos los alumnos tengan el nivel B2 de euskera”. Uno, no hay ninguna imposición de nada. Dos, lo del nivel B2 es para el momento en que terminen el ciclo escolar.
Falta, claro, un editorial para rematar la faena. Con mención a Catalunya: “La educación vasca emula a la catalana con la anuencia del PSOE”. Después de retozar en las trolas de arriba, la pieza termina con el mentón en alto: “Las lenguas son elementos de comunicación, no un fin en sí mismas. Someter la escuela al objetivo de dominar la llamada «lengua propia», siempre al servicio de la causa nacionalista, no solo cercena derechos fundamentales, sino que perjudica a la sociedad en su conjunto”. Cuarenta años así. Y los que vendrán.
Sánchez y Feijóo, carita a carita
"Feijoó noqueó a Sánchez por momentos acuñando la urgencia nacional que él lidera: derogar el sanchismo"
Pues sí, volvía a tocar gran velada en el Senado, acontecimiento que solo importa a los que hablan y escriben sobre ello. Lo bueno es que les sirve la misma columna para glosar cada combate dialéctico. ¿Quién creen que ha ganado, según la prensa de orden? Era pregunta retórica. Aquí tienen el final de la descarga de Teodoro León Gross en ABC: “Ahora [Sánchez] ha recuperado el mantra de los neoliberales. Pero Feijóo ayer enhebró un discurso más certero sobre su podemización populista y su incapacidad para las políticas de Estado en un Gobierno roto con tres facciones y veinte siglas. Y lo noqueó por momentos acuñando la urgencia nacional que él lidera: derogar el sanchismo”.
La frasecita ha gustado a los amanuenses diestros. También Jorge Bustos la subraya en la crónica en que, por enésima vez, anuncia que el fin del inquilino de Moncloa está cerca: “Sánchez tiene el poder y un problema: ya le conocemos todos. A Feijóo no se le conoce aún lo suficiente, así que resume su programa en tres palabras: «Derogaré el sanchismo». Sánchez se reía en el escaño. No imagina cómo suena esa promesa en los oídos de millones de españoles”.
La Razón arrima el ascua a su favorito en el titular de primera sobre la contienda en la cámara alta: “Sánchez tira del insulto para frenar el cambio”. Y como parecía poco, un subtítlo creativo donde los haya: “El líder socialista y Yolanda Díaz actúan como uno y dos de la misma lista: guiños y risas”. Tracatrá.
Como guinda, Francisco Marhuenda escribe sobre “La España happy flower de Moncloa”. En el texto, volvemos a la guerra fría: “A este ritmo estoy convencido de que [Sánchez] prometerá un piso a cada joven como si viviéramos en la Unión Soviética o en cualquiera de sus países satélites. Me recuerda a los profesores de Economía marxistas que conocí en mi juventud. Una fórmula magistral: un empleo público, una vivienda pública y un supermercado público al que acudir con la cartilla”.
Equidistante, Pedro J. Ramírez lamenta la gresca en el editorial de El Español. Y lo hace, no en su nombre, sino el de toda la ciudadanía: “El presidente del Gobierno y el de la oposición han fiado sus resultados en las urnas a un todo o nada en el que quien pierda tendrá que abandonar la política. Habiendo arriesgado tanto en el envite, retándose a un duelo personal en el que sólo puede quedar uno, se desvanece la posibilidad de alcanzar consensos. Mientras los antaño partidos de Estado se abandonan a una escalada de la confrontación, son el conjunto de españoles los que salen perdiendo de este funesto encanallamiento de la política nacional”.