Entre colleja y colleja a la ministra española de Igualdad (¡ya llevamos seis días de linchamiento!), empiezan a aparecer las primeras cargas de profundidad contra lo que supone que en la Navarra foral y española haya aparecido la primera palabra escrita en lengua vascónica.
“El descubrimiento de un christmas vasco precristiano consterna a España”
A ningún conocedor del paño le ha podido sorprender que uno de los pioneros en torcer el morro haya sido Jon Juaristi. Lo ha hecho, eso sí, haciendo como que el hallazgo es una minucia que solo sirve para echar unas risas. “El descubrimiento de un christmas vasco precristiano consterna a España”, anotaba en ABC, antes de chotearse afirmando que ‘Sorioneku’, la palabra descifrada, puede ser significar Felixín más que afortunado. Y como remate, más jijí-jajá: “En cuanto a cuál podría ser la función de la dichosa mano, descartado ya que se tratara de un adorno de casco tipo Astérix y dado el lugar de su aparición, no creo que fuera un amuleto como la mano de Fátima. Quedan solo dos hipótesis plausibles: o bien formaba parte de un 'baculum castitatis' para estudiantes navarros cuando van a la posada, o, más probablemente, estamos ante una calculadora para guipuzcoanos. Todavía las fabrican en Tolosa o así, de plástico reciclado. Tienen mucha demanda”.
En El Debate, un tal Mario de las Heras se cascaba el pasado sábado una pieza con este encabezado: “La mano de Irulegui y las delirantes apropiaciones culturales del nacionalismo”. Para delirante, el eslalom de memeces que va anotando el gachó antes de llegar al punto final. Nos basta esta como muestra: “El inevitable pensamiento de la posibilidad de que, más allá de la investigación, los socialistas y sus socios están intentando legitimar que la inscripción de la mano de Irulegui es en euskera, de la misma burda forma que los que intentan legitimar que El Quijote se escribió en catalán”.
Como ven, hay obsesos incurables. Y eso vale, mano aparte, para el amanuense de El Mundo Iñaki Ellakuría —así escribe su apellido, con k y tilde—, que sin saber muy bien a santo de qué evacuó ayer mismo un desparrame que empezaba así: “Todo un éxito del nacionalismo, con la complicidad de PSOE y PP, tras la victoria de ETA: ofrecer una despreocupada vida de provincias, confort asegurado por el concierto económico, en un oasis que tapa la sangre derramada y la vergüenza de una sociedad que fue ante todo cómplice, cuando no partícipe, del terrorismo”.
Con lo anterior, ya tenemos el alma preparada para la vomitona de gracejo vertida brazo derecho en alto por Alfonso Ussía en El Debate: “Ayer, 20 de noviembre, fallecieron José Antonio Primo de Rivera, a resultas de una aglomeración de balazos «progresistas y democráticos» que derribaron su cuerpo sin vida sobre el patio de la prisión de Alicante, y también, en la cama de un hospital de la Seguridad Social creada por él, cerró los ojos ese señor que no se puede nombrar ni elogiar porque, aquel que lo haga, puede ocupar una de las celdas que la ministra Irene Montero ha dejado libres en las prisiones españolas de violadores y pederastas”.
"Yo os pido que se aplique [la ley del solo sí es sí] sólo a vosotras y a las vuestras, a vuestras hijas, a vuestras hermanas, a vuestras madres, a vuestras amigas"
Esa última mención nos lleva al género más cultivado por las huestes cavernarias desde el pasado martes, el ensañamiento contra la ministra española de Igualdad, que no solo no cesa sino que crece en la intensidad de las faltadas. “Violad'Or, ciudad de vacaciones, dígame”, titula la suya Lorena G. Maldonado en El Español. Como verán, no repara en vitriolo: “Dice Rosell que vuestra ley es "extraordinaria", que es "magnífica". Será una maravilla, un pimpollo: seguro. Si tanto es así, yo os pido que se aplique sólo a vosotras y a las vuestras, a vuestras hijas, a vuestras hermanas, a vuestras madres, a vuestras amigas. Yo os pido que se aplique sólo a vosotras y a las mujeres que amáis. Disfrutadla en privado. ¿Nos haríais ese favor? Ojalá que sea el último”.
"Irene Montero, eres una imbécil"
Está muy caro ganar el concurso de descalificaciones, pero Salvador Sostres lo intenta en ABC con una columna que empieza exactamente así: “Irene Montero, eres una imbécil. No te irrite que te lo diga, más bien me lo tendrías que agradecer. Deja la política a un lado y entiende que si me juego una querella es porque quiero ayudarte”.
También el vetusto diario, Juan Carlos Girauta deposita su mojón: “Lo de rebajar las penas a los delincuentes sexuales no ha sentado muy bien. Hermana, yo sí te creo, pero libero al que te violó. Tal es la disonancia cognitiva que, por una vez, la zurda ha reflexionado un momentito, tampoco hay que pasarse”.
Y la última por hoy la firma Rebeca Argudo en La Razón: “Han salido en tromba los machos de Unidas Podemos a defender a la señora del jefe en la sombra porque le han dicho, ay qué dolor, que de leyes sabe lo justito. Que es acoso y que es violencia, dicen ellos, y que lo hacen porque es mujer. Que eso demuestra que lo está haciendo muy bien. Son los últimos estertores del heteropatriarcado estructural con el que está acabando ella solita desde el chiquipark para adultas conocido como Ministerio de Igualdad”.