La ubre del espionaje sigue resultando de lo más productiva para la prensa de orden. Y de lo más inspiradora, a juzgar por el gran titular de primera de La Razón: “Alarma en Moncloa por el CNI: «Nos pueden hacer la vida imposible»”, se lee en las letras gordas. Más abajo, el complemento: “Ministros y altos cargos creen que el trato a los servicios de inteligencia puede ir «en nuestra contra»”. Por supuesto, no van a encontrar un solo nombre. Periodismo creativo.
Claro que para chiste malo, el que firma Jorge Fernández Díaz también en el diario azulón. El tipo que está imputado por haber montado justamente en las cloacas del estado una policía patriótica se atreve a clamar que lo que pasa ahora es un escándalo sin precedentes: “Son ya demasiadas las líneas rojas que nunca debieron cruzarse para satisfacer el ego y el afán de poder del actual secretario general del PSOE y que su partido ha consentido, que comenzó cuando, aprovechando su debilidad por los 84 ínfimos diputados de que disponía, los enemigos de España y de sus instituciones le colocaron en La Moncloa como su virtual caballo de Troya para satisfacer sus intereses desde el centro del poder político español. Pero con este último episodio efectuado con el CNI, poniéndole a los pies de los caballos de las cohortes secesionistas en una inaceptable humillación”. Qué rostro, fray Jorge.
En ABC, otro titular para la media sonrisa: “La directora del CNI supo la semana pasada que entregarían su cabeza”. Es imposible no preguntarse si se lo dijo Robles o si se lo chivaron los agentes sobre los que entonces todavía tenía mando. ¿Ustedes qué creen?
En la páginas de dentro del vetusto sigue el concurso de hipérboles. Juan Carlos Girauta presnta su candidatura con algo titulado “El Gobierno contra el Estado”, pero todo el gas se queda ahí. Así que le concedemos la victoria a Alberto García Reyes, que anuncia por las esquinas una afrenta que habrá de vengarse. Tiene tomada la matrícula a todos los malandrines: “Pero que nadie olvide que estos días hemos tenido que soportar las caricias a Sánchez del golpista Junqueras, a Rufián haciéndose el demócrata herido y a Otegi gimiendo que apoya al Gobierno porque «la alternativa es peor», lo que implica que ellos son malos y que, por tanto, los otros son mejores para España.Pero si toda esta grosería no bastase, ayer Sánchez justificó la destitución de Paz Esteban en el CNI aludiendo a «fallos de seguridad» y proclamando que «nosotros no tapamos delitos»”.
Y lo por es lo que está por venir, profetiza Ana Samboal en El Debate: “¿Qué hará la nueva responsable del CNI si, el día de mañana, un grupo de trabajo o un agente le advierten de que en el entorno de los herederos de Batasuna intentan reanimar a la banda terrorista ETA? ¿Qué decisión tomará si constata que la Generalitat alienta o financia a grupos de radicales que durante las noches queman contenedores y lanzan adoquines a la policía en demanda de una sedición en Cataluña?”.
Entramos ya en el nuevo género opinatero, el despelleje despechado de la ministra Robles. Abre fuego David Jiménez Torres en El Mundo: “Esta servidora pública tan familiarizada, a causa de su trayectoria, con los años más duros de la lucha antiterrorista, no ha exhibido incomodidad alguna ante el blanqueamiento de los herederos de Batasuna. Por otra parte, sus habituales declaraciones en defensa del Ejército o su aprobación de despliegues de la UME, ¿no son lo mínimo que se puede esperar de quien ocupa su cartera?”.
Dos páginas más allá, Jorge Bustos hace bis e incluye en el lamento a otras dos ministras: “Meritxell Batet, Nadia Calviño, Margarita Juncos. Tres mujeres con estudios indistinguibles ya de Adriana Lastra, malogradas por una misma deriva partisana. Tres arietes de Ferraz embistiendo contra sus propias biografías desvencijadas. Una historia triste”.
En El Debate, Antonio R. Naranjo se suma lo que Sabina llamó la cofradía del santo reproche: “Ahora ya sabemos que estábamos equivocados con Margarita y que nos tenía engañados: alguien que se siente orgulloso de pertenecer al equipo de Sánchez no puede ser nunca el freno de sus delirios. Y si los de Sánchez son inmensos, las tragaderas de Robles no le van a la zaga: iba de cuota seria de un Gobierno de broma, pero no pasa de chacha hiperventilada del señorito”.
Para el final les he guardado el desmarque por la banda de Pedro J. Ramírez. Él, que lo sabe todo, tiene la certeza de que se hizo muy bien en espiar al president de la Generalitat. “Los muy fundados motivos para espiar a Aragonès” se titula la pieza editorial de El Español. Una vez más por todo apoyo se alude a la inventiva presentada como si fueran hechos: “Las nuevas informaciones vienen a confirmar la razón de ser del espionaje a Aragonès. Los vínculos del entonces vicepresidente autonómico con grupos prototerroristas justifican sobradamente su investigación por el CNI”.