"La Policía y las Fuerzas Armadas cierran filas en su defensa del CNI", clama a todo trapo La Razón en su primera. Es el banderín de enganche de una operación entre detergente y politiquera que pretende dar lustre a los husmeadores de móviles ajenos y salvar la cabeza de su directora. En las páginas interiores, la pieza se complementa con un ramillete de subtítulos a cada cual más lisérgico: "Rebelión por la crisis del espionaje. Moncloa necesita probar «fallos» serios en las escuchas al presidente para justificar el cese a Paz Esteban. «O lo venden bien o será una cesión del Estado»". No busque un nombre que justifique esas afirmaciones. Simplemente, "fuentes". Y a correr.
Un editorial (en este caso, el segundo porque el primero es un divertimento sobre la pifia de la coalición de izquierdas andaluza) remata la jugada. Tomen aire, que la piada es larga: "La polémica sobre el espionaje a distintos independentistas, en el marco del golpe separatista contra el orden constitucional, ha causado contrariedad en el seno de la institución. El malestar creciente del que informamos hoy resulta indisimulable. Se ha acrecentado con la operación de los aliados del Gobierno y varios de los ministros para poner en la picota a la directora Paz Esteban y a la propia ministra Margarita Robles. Ni siquiera la más que solvente comparecencia de Esteban para explicar la legalidad de las operaciones del CNI contra una amenaza cierta a la democracia ha desactivado la operación contra el Centro. Se persigue la humillación de un servicio del que los enemigos del Estado deben cuidarse".
¿Les decía que era largo lo anterior? Pues el párrafo del editorial de El Mundo que les copio-pego lo es aún más. Eso sí, el mensaje viene a ser el mismo, aunque con un par de golosos añadidos finales, hablando de Putin y la OTAN: "Moncloa sigue construyendo el miserable relato del señalamiento a la directora del CNI, cuya cabeza quieren entregar no por haber dejado de hacer su trabajo sino justamente por haberlo hecho. Se trata de entregar un trofeo a los separatistas por puro cálculo de poder parlamentario, en la vana esperanza de apaciguar a quien vive del chantaje perpetuo. ERC no se conforma con menos que la destitución de la ministra de Defensa, pero el cese de Esteban y Robles -de una sola de ellas ya sería un escándalo- en vísperas de la cumbre de la OTAN acarrearía un descrédito tan inasumible que podría hacer peligrar la capacidad misma del Gobierno español para organizar una cita así a ojos de los países aliados. ¿Cómo se explica que la OTAN vaya a conjurarse en España contra Putin, si el Ejecutivo español se sigue apoyando en quienes abrieron las puertas a sus emisarios?".
Hasta Raúl del Pozo se suma a la brigadilla de limpieza del diario de Unedisa. De limpieza del CNI, y ensuciamiento de lo malos: "El Gobierno se ha quedado solo después del escándalo de Pegasus con sobreactuaciones de sus socios; puede haber acuerdos con los separatistas después de cortar algunas cabezas, aunque les parece poco la de la directora del CNI, Paz Esteban, y exigirán más. Como escribe Agustí Colomines, los de ERC ya demostraron antes del 1-O que son una pandilla de golfos. «Ahora —añade- han descubierto el poder del teatro»".
No es demasiado diferente lo que anota el ponderadísimo autor con lo que garrapatea un firmante de aluvión, Pablo Planas, en Libertad Digital: "Pero más relevante aún es que Pedro Sánchez sopese sacrificar a la directora del CNI, Paz Esteban, para garantizarse un cómodo tramo final de la legislatura. Fulminar a Esteban y ceder así a las presiones separatistas con la excusa de que su teléfono también ha sido intervenido no sería propio ni siquiera de un personaje político de tan dudosa reputación como la suya".
Cristian Campos, sobrecargo de Pedro J, en El Español, emplea idéntica munición argumental: "Porque ERC exige una ofrenda de sangre y nadie en Madrid apuesta hoy en contra de la posibilidad de que Pedro Sánchez deje rodar la cabeza de la directora del CNI por las escaleras de la pirámide hasta que esta aterrice a los pies de los republicanos".
Y para no eternizarnos, llegamos al punto final con Antonio Casado en El Confidencial. Viene a decir lo mismo que los anteriores: "Si Paz Esteban cae, o si también cae la ministra de Defensa, como exige Pere Aragonès, el presidente del Gobierno habrá elegido bando. Significará que Sánchez habría tomado partido entre una acreditada servidora del Estado (o dos) y unos declarados enemigos del orden constitucional".