Hoy es día de mucho ruido y ya veremos de cuántas nueces. Se convalida en el Congreso la reforma de la reforma laboral de Rajoy con el respaldo de UPN, Ciudadanos y PDeCAT, que hasta donde uno sabe, no son precisamente formaciones marxistas-lenininistas. Según José Antonio Zarzalejos, faro y guía de El Confidencial, este día quedará para los restos como el de "La derogación de la legislatura". Tan a pies juntillas lo cree la cabecera en la que escribe que su titular de apertura es este: "Sánchez ancla su Gobierno en el centro y desactiva a Podemos con la reforma laboral".
Casualidad o causalidad, quién sabe, ninguno de los columneros de ABC se ocupan del asunto. Tampoco hay editorial al respecto. Sin embargo, en la primera del vetusto diario nos encontramos con una imagen a casi toda plana de la ministra de Trabajo saliendo por una puerta (¿alegoría?) y este titular: "El PSOE se jacta de la debilidad de Yolanda Díaz". A modo de explicación, un subtítulo: "Atribuye el fracaso de la vicepresidenta para atraer a los socios de investidura a su escaso respaldo en Podemos". Como siempre, en la letra pequeña no se cuenta de dónde sale la presunta información. "Fuentes" y ya.
"Yolanda Díaz tropieza con sus tablas de la ley", encabeza Lucía Méndez su artículo tamaño sábana en El Mundo. La información de acompañamiento apunta también al cisma: "La reforma laboral sale dinamitando alianzas".
También El Debate apunta por ahí con otro titular de apertura creativo: "Yolanda Díaz y Podemos mascullan su venganza contra ERC: «Han ido a humillarnos»". La crónica firmada por Ana Martín incluía un significativo párrafo sobre quiénes se lo están pasando pipa con toda esta bronca: "Los pasillos del Congreso fueron testigos mudos, este miércoles, del cruce de acusaciones entre los actores implicados, en una guerra de relatos a la que el PP y Vox asistían con entusiasmo".
En La Razón, Francisco Marhuenda vuelve a ciscarse en el acuerdo que será convalidado, sin olvidar la imprescindible bofetada a su pimpampum favorito, el presidente de la CEOE: "Díaz logró someter al presidente de la CEOE, que ha sido un colaborador entregado y el gran ariete contra el PP. Casado debería tomar buena nota, porque a partir de ahora le machacarán los periodistas progubernamentales. Garamendi lo ha hecho, además, en medio de una campaña electoral muy importante para los populares. Lo lógico es que Sánchez aproveche estos días para descalificar a la oposición e intentar revertir una posible victoria de Mañueco. Con amigos como «el guapo Garamendi», que es como le llaman en la CEOE, no son necesarios enemigos".
Para Carmelo Jordá, amanuense de Libertad Digital, la verdaderamente mala es Inés Arrimadas y lo que queda de su partido por avenirse a ayudar a Sánchez a sacar adelante la reforma: "Ciudadanos ha pasado a convertirse en un grupúsculo penoso que cree que puede estar en el centro entre España y los que quieren destruirla, a mitad de camino entre la política decente y los socios de la ETA. Un grupúsculo que piensa que puede justificarse permitiendo la aprobación de una reforma laboral horrible porque podría ser peor y, sobre todo, que no se da cuenta -y en esto no es el único- de que cualquier gesto aparentemente altruista hecho ante un Gobierno totalitario y liberticida al final sirve sobre todo para darle oxígeno y fuerzas con que seguir recortando la libertad y destruyendo España".
Y termino este batiburrillo donde lo he empezado, es decir, en El Confidencial, con un desmarque en toda regla de Javier Caraballo. Quizá hasta lo suscriban: "El Congreso de los Diputados aprobará hoy una reforma laboral que nos retrata. La mediocridad, el oportunismo y la hipocresía son los grupos parlamentarios que ocupan los escaños del Congreso de los Diputados, el sectarismo es el que se sube al atril, y, por eso, esta reforma laboral es la reforma de la vergüenza. Porque retrata a la clase política que padecemos y, acaso, porque también retrata a la sociedad, que la elige o que es escasamente crítica con sus dirigentes". Mañana habrá mucho más. Pero a partir de pasado mañana estaremos con otras cosas y este fin del mundo, o sea, del "Gobierno Frankenstein" no lo será. Pero por si acaso, no me apuesto nada.