Con ustedes, el multirreincidente Antonio Burgos. El mismo que unos meses pidió que se obligara a llevar mascarilla a las que son "más feas que Picio". Esta vez el hijo predilecto de Andalucía por gracia del gobierno del PP de aquella comunidad vierte su morralla contra el exdiputado Alberto Rodríguez en una pieza trufada de prejuicios que lleva por título, cómo no, "El de las rastas".
La ponzoña fluye desde el principio. Aquí lo tienen: "Si usted dice «el diputado canario Alberto Rodríguez», ni idea de quién es. Pero si dice «el de las rastas», no sólo sabe de quién se trata, sino que hasta aquí llega el olor, puf, de sus greñas, con ese aspecto de no haber conocido el champú en su vida".
A partir de ahí, Burgos se lía a hacer chanzas sobre si el pelo es natural, incidiendo una y otra vez en la higiene: "El Supremo debe urgentemente desmentir que lo echan del Congreso por atentado contra la autoridad del policía de la patada y no por guarro".
Y como postre, abre foco más allá de Rodríguez a otros diputados que, según el dandy que firma, no se visten de acuerdo a lo que exige la institución que los acoge: "Muchos diputados van de tal manera que parecen no los representantes del pueblo, sino una rueda policial de reconocimiento tras un atraco". En ABC, cómo no.
Yolanda Díaz, la otra protagonista
Del vetusto diario nos damos un salto a El Mundo, donde encontramos a Emilia Landaluce en lo que bien podría ser una imitación del arriba glosado Burgos. Prepárense para deslizarse por un tobogán dialéctico como no los hay en Port Aventura: "Yolanda Díaz y Nadia Calviño, se comportan como las dos fierecillas que se zurran en bikini para deleite del patriarca. No creo que haya ningún componente machista en este asunto -lo mismo hubiera podido pasar entre Escrivá e Iglesias- pero las derechas pierden la oportunidad de inventarse un nombre. Zorroridad me parece demasiado evidente, pero no se me ocurre nada mejor y tampoco conozco lo suficiente el abstruso vocabulario del feminismo (quizás violencia vicaria de congénere)".
En el desbarre se nombra a Yolanda Díaz, que no deja de acaparar columnas diestras. Ya imaginan que no son muy favorables. Como ejemplo, esto de Pedro Narváez en La Razón: "Resulta que la coleta peligrosa no era la de Pablo Iglesias, dejó de dar tanto recelo que hasta acabó cortándosela, sino la de Yolanda Díaz, la sacerdotisa de la que predijo buenos augurios el oráculo de Iván Redondo. El peligro no era parecer «rojo» sino serlo de verdad con un atuendo de lo que uno espera de una ministra, que no es la de una persona que ya no tiene edad para ir de universitario de calimocho".
Otra característica común de las piezas sobre la vicepresidenta es que se aprovecha el viaje para atizar a terceros. O a terceras, en el caso de Francisco Marhuenda: "Ahora tendremos que esperar a la próxima ocurrencia de Podemos cuyas lideresas, Belarra y Montero, tienen demasiado tiempo libre. Es algo que siempre he tenido claro. Es muy negativo que en una organización exista gente ociosa, porque surge el riesgo de que se dedique a enredar".
Les termino con una de Pablo Molina en Libertad Digital. Se titula "Presidenta Yolanda" y esta sí se centra en ella, sobre todo en su ideología: "Debemos ser el único país del planeta Tierra con un ministro comunista de Trabajo que, encima, es el más querido por el pueblo soberano. Poco nos pasa en nuestra querida matria".