Un homenaje a las mujeres. Eso es La niña del sombrero azul, la nueva novela de la autora Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972) que nos llevará a Gijón al año 1929 y que narra una historia de madres, amigas, hijas y nietas

Con Las herederas de la Singer ya dio el salto a la novela histórica. Parece que ha llegado para quedarse en este género, que le ha enganchado y no la va a soltar. 

De momento no. La verdad es que la novela policiaca fue una fase muy chula, porque yo soy lectora de varios géneros, pero me gusta mucho el policiaco. Ya conté las tramas que quería y esto está mucho más conectado con mi propósito vital, dar voz a todas las mujeres que yo escuchaba de pequeña. Es la historia que yo quiero contar, la historia de tantísimas familias y es todo ficción, pero va muy pegado a la realidad, porque casi todos los sucesos que ocurren en algún momento le sucedieron a alguien. Es eso, la voz de las mujeres que no aparecían en los libros de historia. 

Es verdad que nos trae la visión humana, sin tantos nombres propios. ¿Cuál es el proceso de imaginarse a todas estas mujeres en esos contextos históricos?

Es que hay muchas mujeres detrás de esta historia, muchas mujeres reales. Siempre cuento lo mismo, pero es que es la realidad. Mi tía era la hermana mayor de mi madre, y estaba soltera. Yo no tenía abuelos, y para mí mi abuela era ella. Era modista, tenía un taller de costura. Mi madre iba a coser con ella y me llevaba. Yo nací en el 72 y los vestidos nos los hacían las madres o modistas, no existía el prêt à porter ni el Zara (risas). Ahí se juntaba un montón de gente, había café de puchero para todo el mundo y todo el mundo que llegaba se ponía su tacita y a coser o charlar. Hablaban de tantísimas cosas... Yo supongo que me quedé con las que me llamaban la atención. Todo eso es lo que va conformando la vida de estos hombres y mujeres que van apareciendo en la novela. 

Algún nombre propio como Francisco Franco, Clara Campoamor, Urdangarin..., sí encontramos en la novela. 

Esos son los que hacen el marco. La novela al final es la historia de la gente anónima, pero con todo el marco histórico del siglo XX. La historia política, sin bandos, enmarca la historia social. 

Tras el triunfo de 'Las herederas de la Singer', Ana Lena nos presenta 'La niña del sombrero azul'. Cedida

Es el contexto, y nos puede recordar a veces a series como Cuéntame, en la piel de una familia. Para los amantes de series como esta, ¿la novela promete ser un auténtico éxito?

Cuéntame sí que es verdad que tiene la parte en común de que es gente cuyas vidas no son épicas. No estuvieron salvando vidas, cruzando fronteras..., no son ese tipo de nombres. La protagonista de esta novela, Manuela, nace en 1912, el día que se hunde el Titanic, y vive a lo largo de todo el siglo XX. Todo lo que vivió esta generación representada con Manuela, no tendrían esa épica de la historia, pero fueron vidas tremendamente convulsas. Es que Manuela nace en una época en la que le pasa lo que le pasa a muchas mujeres, que entró a servir de adolescente en casa de unos aristócratas, que estalla la guerra, que tiene una hija, que cuando esta tiene cinco años se la mandan en un barco de los republicanos a Rusia... Luego la posguerra también pasa, y vienen épocas de más prosperidad, la Transición... Hay temas como la violencia de género... Estas abuelas y abuelos nacen en un momento en que no había ni zapatos, que los guardaban para el sábado ir al baile. Fue una generación que supo aceptar muy bien lo que les tocó, que son una referencia vital, aunque yo lo que más admiro es que supieron ser felices y no se resignaron, que siempre quisieron para los que veníamos detrás una sociedad mejor, una vida mejor. 

En esta novela vamos a pasar por muchos estados de ánimo. Y es verdad que aunque Manuela no sea una superwoman, ha ostentado muchos cargos: madre, hermana, amiga inseparable, abuela, sombrerera... En un siglo, ¿cuántas cosas pueden pasar?

Cuántas cosas, ¿verdad? La vida es así, nos va llevando por caminos que, cuando eres jovencito, no tienes ni idea de lo que va a ocurrir. Manuela empieza de criada, enseguida se pone por circunstancias de la vida -se casa con un operario de la fábrica de sombreros- a coser sombreros en casa para las vecinas y se gana la vida con la costura como tantas otras. La vida va pasando, ella es madre y tiene una amistad muy intensa con Alexandra -la hija de la casa en la que entra a servir-. Hay un homenaje a la amistad entre mujeres. 

A la sororidad. 

Ellas ni siquiera sabían lo que era, y yo te confieso que descubrí la palabra hace no tantos años. Ellas no sabían lo que era eso, el feminismo ni la resiliencia, pero son referencias reales. Lo que hacían era practicarlo sin ponerle nombre, y en las épocas de penuria las mujeres siempre han tendido a ayudarse entre ellas, porque hay una cosa que nos marca mucho: la maternidad. Hubo mucha ayuda entre las mujeres para sacar adelante a esos chiquillos. 

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Ya lo comentaba, son muchos los temas que entran en juego en esta novela. ¿Cuál ha sido el que más le ha costado retratar?

A mí lo que más me cuesta es cuando hay maltrato infantil. Intento no reflejarlo nunca, porque las veces que lo he intentado no he sido capaz. Me cuestan los temas violentos, ver cómo alguien llega un momento que está tan poseído por la ira que es capaz de matar y torturar a sus semejantes, o incluso a alguien de su propia familia. Pero, además de eso, yo he llorado mucho escribiendo esta novela, porque he entendido muchas cosas de las que he escuchado, y las tienes presentes pero nunca te preguntas el porqué, por qué te decía tu madre: “Tú sé independiente, hija”, o esa idea de que nos sacáramos el carné de conducir. Y de repente te das cuenta de que es porque ellas no pudieron, necesitaban el permiso del marido para sacarse el carné. Ellas querían que tú fueras a la universidad, que fueras independiente, que te sacaras el carné... Todo eso que ellas no habían hecho.