Sergio fue la primera (y única) persona a la que Lamarca comentó la propuesta que en abril de 2004 le había hecho Josu Jon Imaz, entonces presidente del EBB, para que aceptara el cargo de Ararteko. Hoy habla sin filtros de la situación en el pasado, y en el presente, de las personas de orientación homosexual, y pone el acento positivo en todo lo que se ha logrado a nivel social y político en este sentido, a pesar de que haya grupos de "energúmenos machistas" que quieran poner freno a la igualdad, incluida la de las mujeres. En su novela La suerte de Regi habla de la aventura, tras el fin de la dictadura de Franco y hasta nuestros días, del protagonista y su lucha no solo por los derechos sociales y políticos, sino también por su libertad sexual en un ambiente no siempre propicio.
Esta novela se mueve en un periodo muy amplio, 1974-2019. ¿Por qué, si ninguna de las décadas fue igual a la otra y entra además en el cambio de siglo?
Por varias razones. La novela es un conjunto de historias en las que hay muchas relaciones entre amigos, pero a la vez, cada uno de los que componen el grupo protagonista de la novela tiene su propia narración. He querido dar una perspectiva del tiempo para ver cómo evolucionan esas personas y esas relaciones.
¿Puede servir como revisión histórica?
El que lea este libro sabrá por qué le he dado el nombre de uno de los personajes. Es una novela coral, con ocho personajes entre amigos y amigas de diferentes edades. Alguno como Regi aparece desde el principio y otros más tarde y con diferente perspectiva. La historia abarca 45 años, y de esta forma tenemos una visión muy amplia. El contexto histórico tiene gran interés y hay algunos asuntos de mucha importancia: la violencia, el terrorismo que vivió el País Vasco desde finales del franquismo, y también quería recoger cómo ha ido evolucionando, para las personas de orientación homosexual, el contexto de homofobia social, además de la represión que hubo durante el franquismo.
¿Cree que hay un retroceso en el contexto de la orientación sexual? ¿No cree que hay más homofobia en estos momentos?
Yo sostengo que no. Siempre he hecho una correlación, porque la tiene, entre la evolución de los derechos de la mujer y los derechos y la situación de las personas gais, lesbianas y transexuales. La fuente más importante de la represión y el rechazo social y la discriminación de la desigualdad ha sido el machismo. En la medida en la que el machismo ha ido perdiendo fuerza y se ha ido debilitando se ha podido avanzar en la consecución de la igualdad, tanto para las mujeres como para las personas LGTBI.
Pero el machismo persiste...
Estoy de acuerdo, pero según van avanzando los derechos para estos colectivos, el machismo, que sí que aún persiste, se vuelve agresivo. Hablando de las mujeres, tenemos que decir que pese a los grandes avances que se han producido, hay hombres que siguen matando. ¿Significa que se ha retrocedido? No. En general, se ha avanzado muchísimo en la igualdad. Otro tanto cabe decir con respecto a las personas gais y lesbianas. Se ha avanzado muchísimo y la novela recoge ese progreso. Yo mismo lo he podido experimentar. Tengo 62 años y puedo decir cómo vivíamos las personas homosexuales en nuestra manera de amar y cómo es ahora el contexto legal y social para nosotros.
Últimamente ha habido agresiones brutales a personas del colectivo LGTBI.
Siempre ha habido agresiones homófobas, incluso asesinatos, pero lo atribuyo al hecho de que persisten todavía, en un porcentaje afortunadamente pequeño de la población, pensamientos y actitudes que en un momento determinado pueden traducirse en comportamientos agresivos.
Las personas heterosexuales no salen del armario, ¿es necesario que lo hagan las personas homosexuales? ¿Es necesario que tengan que hacer pública su orientación sexual?
Cuando una persona, con sus amigos y no digamos en el centro de trabajo, habla de su tiempo libre, habla mucho de su familia. De manera natural sale su pareja, salen los hijos, dicen con quién o quiénes han pasado el fin de semana... Por lo tanto, una persona que es heterosexual nunca tiene que explicarse y decir: Hola, soy heterosexual.
¿Y sí hay que decir: Hola, soy homosexual
Han cambiado las cosas, pero en los años en los que yo salí del armario había un previo que exigía decir: Eh, soy diferente, soy homosexual. Pero no se decía esto por expresar tu orientación sexual, sino porque a partir de ahí ya podías hablar de lo que hacías en tu tiempo libre. Si tenías pareja, ya podías hablar de ella, aunque tenías miedo de algunas reacciones que pudiera haber. Se palpaba y se sabía que no todo el mundo era respetuoso con la orientación homosexual. Había que andarse con mucho tiento. Cuando estabas en un bar, si te gustaba un chico tenías que andar con mucha precaución a la hora de mirarle, y no digamos a la hora de decirle algo.
Demasiada presión y tensión, ¿no?
Sí, por qué negarlo. Todo eso llevaba a una situación en la que las personas homosexuales estábamos obligadas, si queríamos socializar nuestro tiempo libre, a decir cuál era nuestra orientación. Ahora no tanto. Pero también hay que tener en cuenta que a los niños y a las niñas, desde una edad muy temprana, se les están asignando novias y novios. Cuando tenía cinco años yo ya tenía una chica que por llevarme bien con ella era mi novia. En mi época, todo lo que se leía en cuentos -ahora hay más diversidad-, eran las historias felices del príncipe y la princesa.
¿Era un proceso desconcertante aceptar la orientación sexual?
Te va empapando todo lo que durante años te han ido inculcando de una forma muy sutil. Cuando se despierta la sexualidad, a los 12 o 14 años, en la pubertad, dices: ¡Anda! Me gustan los chicos. Eso fue en mi caso. Nadie me había hablado de eso y toda la sociedad estaba impregnada del amor heterosexual. Lo heterosexual no tenía ni nombre, era lo normal. Por eso se exigía en esos momentos, y el acto de decir: Yo no respondo a ese patrón era un acto de valentía. Ahora no todos los jóvenes tienen que decir en su casa si son gais o lesbianas, solo tienen que presentar a sus parejas.
¿Se denunciaban antes las agresiones homófobas?
En el franquismo, ¿quién iba a denunciar una agresión por ser homosexual, o simplemente que había sufrido un robo? ¿Tú sabes la cantidad, aunque a mí nunca me pasó, de robos que se producían en lugares de ligue homosexual? Muchos eran hombres casados a los que atracaban, les robaban la cartera. Porque, ¿qué iban a hacer, ir a la policía? Les podía caer cuando menos una multa.
Pero en los albores de la democracia tampoco había apenas denuncias...
Muchos estaban armarizados o no querían que se supiera, sobre todo por las consecuencias negativas que pudiera acarrear el conocerse su verdad. A la par que se ha avanzado en igualdad, los energúmenos homófobos, que también son machistas, se vuelven agresivos. De alguna manera se sienten cuestionados y llegan a pensar que se pone en duda su masculinidad en los contextos que son más permisivos con otras maneras de ser hombre o de ser mujer. Los homófobos no entienden que hay otras maneras de amar. Se constata, sí, que las agresiones han aumentado. Está por ejemplo el caso de Samuel, donde hay testigos que dicen que le llamaban maricón mientras le golpeaban.
Y también hay casos como la agresión fingida de Malasaña (Madrid) que son como dar un paso atrás.
El caso al que te refieres es muy complejo y en él hay elementos que han pasado desapercibidos. ¿Por qué formula una denuncia falsa? Se dedicaba a la prostitución, tenía una pareja y ella no lo sabía. Es que no se habla casi nunca de prostitución masculina.
Porque cuando se trata de ese fenómeno siempre, o casi siempre, es femenina.
Pues como se puede ver hay chicos que se dedican a la prostitución. Dices una denuncia falsa, sí, pero hay denuncias falsas en otros ámbitos que no han tenido esa trascendencia. Para mí, lo más importante de este caso es que la denuncia era verosímil. Todo el mundo dio por hecho que esa denuncia era verdadera. ¿Por qué? Porque podía haber sido real, y esto no ha sido analizado debidamente. Están ocurriendo en la realidad este tipo de casos, aunque esta denuncia concretamente fuera falsa. Por lo tanto, el Estado democrático de derecho está fallando. Está fallando con las mujeres, porque no puede ser que haya mujeres que mueren por violencia machista, y no puede ser que haya agresiones contra personas LGTBI. Hay que impedir que todo eso ocurra. La violencia contra las mujeres y contra el colectivo LGTBI viene del mismo tronco, del machismo.
Volvamos la vista atrás. Usted estuvo diez años como Ararteko. ¿Cómo llegó a ese puesto?
Es un cargo elegido por el Parlamento Vasco. No hay un procedimiento establecido de presentación de candidaturas, y para mí fue toda una sorpresa que la nominación recayera en mí. Tienes que ser elegido por tres quintos de los representantes del Parlamento y es requisito ser independiente de cualquier partido.
¿Y si se está afiliado a un partido o sindicato?
Hay que dejar el carné a un lado. Yo estaba participando activamente en Gehitu (Asociación de Gais, Lesbianas, Trans, Bisexuales e Intersexuales del País Vaso), salía mucho en medios de comunicación y era una persona conocida. Un día, eran las nueve de la noche, recibí una llamada de Josu Jon Imaz, que entonces era el presidente del PNV. No le conocía de nada, nunca habíamos hablado, y me dijo que la plaza del Ararteko estaba ocupada por una persona en funciones. Pensé que estaba haciendo un sondeo a las organizaciones sociales. Mi sorpresa llegó cuando me dijo que habían pensado en mí para ese puesto.
¿Y fue un sí a la primera?
Fue una sorpresa absoluta. Le dije que me dejaba de piedra. Me pidió que le diera una respuesta en 24 horas y que no se lo dijera a nadie. Ese nadie no incluía a Sergio (Iñiguez, actualmente su marido), porque en ese momento vivíamos juntos. Lo comentamos y la decisión fue conjunta: acepté. A mí siempre me han gustado los retos. La institución siempre me ha parecido preciosa, y cuando entré dentro me enamoré de ella. Disfruté mucho estando durante ese tiempo como Ararteko.
Este es su segundo libro, ¿no?
El tercero. El anterior a este lo escribí en euskera y fue traducido al castellano con el título de Diario de un adolescente gay. Recojo partes de un diario que empecé a escribir cuando tenía 13 años. A esa edad también escribía poesía; tenía cierta vocación de escritor. Luego me he volcado más en el campo del ensayo.
Y el otro libro, ¿cuál es?
El derecho autonómico vasco. Me preguntarás qué tiene que ver una novela con este ensayo, que escribí con un compañero de cuando estaba en la universidad. Tengo también muchos artículos de opinión escritos. Diario de un adolescente gay fue autobiográfico, así que en realidad, esta es la primera novela que escribo. Alguien dirá: Con 62 años escribe una novela€
Nunca es tarde, ¿no?
Es que la quería escribir, y se puede decir que llevaba escribiéndola durante mucho tiempo en mi cabeza, pero no me atrevía a darle a la tecla del ordenador y empezar a redactarla, pero cuando me puse a ello me sentí tan a gusto que pensé: ¿Por qué no he hecho esto antes? Me empezaron a surgir historias a borbotones. Es una novela enteramente de ficción.
¿Nadie se asemeja a usted en La suerte de Regi
Hay muchos elementos de realidad en lo que se refiere al contexto en el que viven los personajes, un contexto que como he dicho abarca 45 años. En ese sentido, todo es real. Aparecen sucesos, personas y situaciones que se han vivido. En lo que respecta a los personajes, todos ellos son de ficción, pero algunos, en parte, tienen referentes de realidad. ¿Formo yo parte de algún personaje? Al cien por cien, no, evidentemente, pero sí que hay cosas de mí en algunos personajes. Sergio, mi pareja, no está en el libro. Sinceramente, quería que fuera algo de ficción y no quería recoger cosas íntimas mías y tampoco de Sergio.
¿Piensa seguir escribiendo?
Le he cogido mucho gusto a escribir. Estaba tan a gusto que hasta escribí demasiado, tuve que recortar un poco y comprimir. Así que en un futuro seguiré escribiendo, me gusta. ¿Publicar otra novela? Dependerá mucho de cómo sea acogida La suerte de Regi.
PERSONAL
Edad: 62 años (13 de julio de 1959).
Lugar de nacimiento: Donostia.
Formación: Licenciado en Derecho por la Universidad de País Vasco.
Familia: Está casado con Sergio Iñiguez desde 2005.
Inicios: Antes de licenciarse en Derecho fue profesor de euskera en AEK, tanto del euskaltegi Rikardo Arregi como de la Escuela de Magisterio de la Diócesis de San Sebastián. Fue miembro del Euskal Kultur Mintegia (EKM) de la Universidad de Deusto y de la Comisión prodistrito universitario vasco. Militó en el partido político ESEI (Euskal Sozialistak Elkartzeko Indarra).
Trayectoria: Ha sido profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco de 1984 a 1994. Está especializado en temas de derecho público vasco y es coautor de Derecho autonómico vasco (1991). En 1994 se incorporó como letrado de las Juntas Generales de Gipuzkoa. En 2004 aceptó la propuesta que le hizo Josu Jon Imaz y fue elegido Ararteko. Estuvo en el cargo hasta 2014.
Reivindicación: Ha sido un destacado activista del movimiento LGTBi, tanto en el País Vasco como fundador y presidente de la Asociación de Gais y Lesbianas del País Vasco (Gehitu) como en la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). En 1999 publicó Gay nauzu (Diario de un adolescente gay). Este año ha publicado la novela La suerte de Regi.