Las ruedas están muy presentes en la vida de Álvaro González de Galdeano. Primero las dos de la bicicleta y después las cuatro de un coche como conductor, al inicio en labores de director deportivo y en estos momentos como taxista en su ciudad natal Gasteiz.
El contacto con el mundo del pedal llegó a los 13 años cuando su tío Jacinto González de Heredia le metió el gusanillo por el ciclismo y comenzó a dar las primeras pedaladas en Agurain. Después, tras sus éxitos en categorías inferiores, llegaría su participación en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en los que obtendría un diploma olímpico gracias a la quinta plaza en la contrarreloj por equipos, y de ahí su salto al profesionalismo, categoría en la que militaría en el Artiach (1992-94), Euskaltel (Euskadi 1995-98), Seguros Vitalicio (1999-00) y ONCE-Liberty Seguros (2001-04).
Bajo las órdenes de Manolo Sáiz llegó la hora de decir adiós y Álvaro recuerda que vivió el momento con naturalidad y sin sufrir ningún trauma. "Tenía ya claro que iba a ser mi último año. Notaba que me pasaba el tren. La vida del deportista es muy buena, pero hay que tener muchas ganas para seguir ahí y yo notaba que llegaba gente joven muy fuerte como Contador o Samuel Sánchez a los que había que dejar sitio", se sincera el exciclista gasteiztarra.
Al menos su despedida no fue un adiós total del ciclismo, ya que los siguientes años pudo mantener una relación estrecha con este deporte que tanto le apasiona. "Siempre me ha gustado el mundo del ciclismo. No reniego de él. Fui seleccionador vasco, trabajé en la Fundación Euskadi con corredores como Mikel Landa y Pello Bilbao, pero creo que necesitaba un cambio en mi vida". Dicho y hecho.
El mayor de la saga de los Galdeano echaba de menos a su familia y el ciclismo es una profesión nómada en la que puedes llegar a estar más de medio año fuera de casa, situación que se le hacía muy cuesta arriba al exciclista gasteiztarra. "En un trabajo normal ya es complicado compaginar el día a día con la familia, pero en este mucho más. Llegaba el Tour, y un mes fuera de casa. Con la Vuelta, lo mismo y el Giro igual. Empecé a notar que cuando acababa la temporada y llegaba el tiempo de estar con los míos no podía ni irme de vacaciones".
Siempre en un segundo plano y sin importarle los focos
Álvaro quería estar más tiempo con los suyos. Por eso no dudó en dar un giro radical a su vida, sin importarle lo más mínimo alejarse de los focos del ciclismo profesional. Primero para trabajar como representante en la firma ciclista Campagnolo y después para tomar las riendas del volante de director deportivo en la Fundación Euskadi. "Siempre he estado en un segundo plano y eso es algo que no me preocupaba. Iba a dar un cambio en mi vida. A hacer algo que necesitaba", asegura el que fuera campeón de España en ruta. Lo agradeció sobremanera como desvela. "Estoy encantado de haber disfrutado de mis hijos y mi mujer".
Tiempo para la familia. Su principal hobby. Ese y descansar en vacaciones. "Me gusta estar en casa con los míos. Eso y viajar con ellos en verano, algo que no he podido hacer durante muchos años. Me gusta vivir la vida y disfrutar de ellos", apunta Álvaro González de Galdeano, para quien su mujer Idoia y sus hijos Lucía y Hugo, son en estos momentos el centro de todos sus desvelos. Pendiente de los suyos. Disfrutando de ellos tras muchos años de acá para allá con la caravana ciclista. "Es que la temporada empezaba en Australia, volvías a Europa, meses fuera€ Era muy duro". Por eso, ahora quiere más tiempo para los suyos y lo tiene gracias a su profesión de taxista. "Este trabajo me da calidad de vida, ya que soy el dueño de mi empresa".
Un trabajo al que llegó hace siete años y al que se adaptó rápidamente ya que no se le hacía tan raro tras haber pasado muchas horas al volante como director deportivo. "Me gustaba conducir y veía que el ser conocido me podía ayudar en este negocio", apostilla. Así es, como reconoce el propio protagonista de la historia. "El ciclismo me ha servido para ser quien soy y es una buena carta de presentación para este trabajo".
Eso sí, Álvaro quiere dejar claro que existen grandes diferencias a la hora de conducir un taxi o el coche de equipo. "Tantos kilómetros conduciendo como director no los he hecho aún en el taxi, aunque lo otro era muy cansino. Seis horas en una etapa del Tour a 35 kilómetros por hora€". De todos modos, pese a ser tedioso en ocasiones, el ganador de etapa en Vuelta y Giro también reconoce que las emociones que se vivían en el pelotón no las tiene ahora al volante de su taxi. "La adrenalina que tenía como director deportivo es incomparable a lo de ahora. El tráfico en Vitoria es muy cómodo y en ese sentido no hay estrés".
De hecho, tan agotado acababa González de Galdeano las etapas, que reconoce que muchos días no era capaz ni de conducir de vuelta al hotel. "Ahora sabes el recorrido y en carrera no sabes cómo va a ser la siguiente curva del puerto, si te vas a encontrar una piedra, encima llevando a un rebaño de nueve corredores a los que tienes que dar órdenes€ La tensión es continua y tan grande que una vez acabada la etapa tenía que pedir al mecánico que cogiera él el coche".
"Antes me dolían las piernas y ahora la cabeza"
Pese a todo, hoy en día también tiene sus quebraderos de cabeza y las preocupaciones siguen presentes. "Es lo que digo. Siempre he estado en la carretera y sigo en la carretera. Lo que pasa es que las preocupaciones son diferentes. Antes me dolían las piernas y ahora me duele la cabeza". Al menos, su nuevo trabajo también le da sus satisfacciones. Ha llevado a actores, cantantes, deportistas y futbolistas de élite y con todos ellos ha mantenido conversaciones que le han servido y mucho a Álvaro González de Galdeano. "En el taxi hablo mucho de ciclismo. Trato de hacer el viaje ameno. Soy un gregario para el cliente, para que se le haga el trayecto llevadero, pero también aprendo mucho con el cliente. Es un networking en muchas ocasiones y hay gente que te aporta mucho también reconoce".
Entre las anécdotas de su etapa como taxista guarda con especial cariño la de un grupo de japoneses que venían una semana a Euskadi para seguir la Vuelta al País Vasco y conocer esta tierra. "Estaba con ellos durante una semana visitando Álava y siguiendo la carrera. Es algo muy curioso".
Ahora, al igual que al resto de la sociedad, le está tocando vivir una etapa más complicada por culpa de la pandemia. Los viajes se resienten y el negocio ha disminuido, pero Álvaro es optimista y confía en salir adelante. "Hay que ir aguantando y saber que antes o después se va a pasar. Yo era un corredor de fondo y ahora estamos en una etapa de fondo en la que debemos seguir tirando. Pues en una crisis larga hay que hacer como en una etapa larga. Paso a paso. Ahora estamos subiendo el Tourmalet, pero sabemos que la salida del túnel acabará apareciendo", confía.
Paralelismo entre el mundo laboral y el ciclismo. Es lo que tiene el haber estado prácticamente media vida ligado a las dos ruedas. Eso sí, ahora Álvaro se lo piensa y mucho a la hora de coger la bicicleta para hacer una salida. Ya acabó la época de sufrir. "Antes de arrancar tiene que hacer la temperatura adecuada, sin lluvia, sin mucho viento a poder ser€", apostilla. Todo para disfrutar con el placer de montar en bicicleta. "La sensación del aire pegándote en la cara cuando vas en bicicleta es algo único", añade.
Es su mundo. Más de media vida ligado a él. Por eso cuando vuelve a tener cierto contacto con las dos ruedas disfruta como un niño. "El año pasado estuve invitado a la Vuelta, volví a ver a gente que hacía tiempo no veía y acabé encantado", relata. Morriña de su pasado. Un pasado del que recuerda con agrado su etapa en el Orbea. "Una vez que cuelgas la bicicleta, ser director es lo máximo y yo disfruté mucho con los jóvenes. Con gente como Castroviejo, Landa, los Izagirre, Aberasturi€Son auténticas esponjas y para mí fue muy bonito formar parte de su etapa de aprendizaje y haber estado en su juventud".
Ahora mantiene relación con ellos a través de las redes sociales. "Uso Instagram y Facebook para el tema del deporte y mantener el contacto con la gente", asegura. Eso sí, Álvaro también deja ver en estos dos perfiles su buen humor y en una de las imágenes se le puede ver cómo sería de mayor tras haber usado una aplicación que le envejecía. No todo es trabajo.
Solidario con las causas benéficas
El mayor de la saga de los González de Galdeano también tiene una faceta solidaria. No en vano, el año pasado colaboró con la campaña de OSI Arabapara recaudar fondos en la lucha contra la pandemia. Siempre que puede está dispuesto a ayudar. "Hay mucha gente haciendo cosas desinteresadamente y ahora es el momento de echar un cable. Nunca he dicho que no y en todo lo que pueda echaré una mano".
Espíritu de gregario. El que tenía sobre la bicicleta. Un compañero fiel. Siempre dando cobijo a sus líderes. Escudero de corredores de la talla de Abraham Olano, su hermano Igor, Joseba Beloki, Roberto Heras, Santi Blanco, Óscar Freire, Ángel Casero, Eduardo Chozas€
Ahora conduce hasta su destino a los más variopintos clientes en su taxi. Otro mundo distinto. Como el del fútbol, deporte que le ha enganchado, algo que al protagonista le ha sorprendido sobremanera. "Soy socio del Deportivo Alavés con mis dos hijos. ¡Quién me lo iba a decir a mí! Pensaba que nunca iba a pagar por ver fútbol", desvela con cierta sorpresa este exciclista que también tiene familia ligada al balompié como es el caso de su primo Roberto Olabe, exguardameta del Deportivo Alavés y ahora director deportivo en la Real Sociedad. Ahora sufre con el equipo babazorro. "Lo paso mal sí. En ese sentido soy muy vitoriano y ver que no les salen las cosas a jugadores que conoces, no es agradable. Se sufre", se sincera. Al menos, Álvaro quiere ver el lado positivo de la situación. "También es verdad que hemos disfrutado últimamente más de lo que nos han hecho sufrir", concluye con la esperanza de que los de Mendizorroza consigan remontar el vuelo en este final de temporada.