Solo tres de las 29 cuadrillas de neskas y blusas de La Blanca siguen saliendo día tras día a las kalejiras vespertinas acompañadas por grupos de txistularis y atabaleros. Un hecho que, como no podía ser de otra manera, llevan con muchísimo orgullo.
Petralak, una de ellas, ya lo deja meridianamente claro en la pancarta festiva que ha elaborado para este año, en la que evoca los populares cómics de Asterix el Galo: “Una aldea poblada por irreductibles txistus resiste todavía al invasor”.
En este caso a las txarangas, claro, que es la opción musical elegida por las otras 26 agrupaciones de blusas y neskas de la ciudad, en muchos casos contratadas y traídas desde otros puntos de la geografía estatal.
Fieles a la tradición
Zoroak y Galtzagorri, varios de cuyos integrantes se han animado este jueves a compartir el paseíllo de ida y sus prolegómenos con NOTICIAS DE ÁLAVA, son las otras dos cuadrillas fieles al instrumento tradicional vasco.
Este año, los principiantes en el arte de tocar han estrenado un distintivo que emula al que obligatoriamente tienen que llevar los conductores noveles al ponerse al volante, la famosa L.
Leire García, integrante de Galtzagorri, también “novatilla” y, por ende, portadora de la señal, ha sido su creadora.
Su ocurrencia no ha podido tener más éxito. “Inicialmente hice ocho para el día de Santiago. Mi sorpresa fue que me quedé muy corta y tuve que hacer otras ocho para las fiestas”, apunta entre risas.
De los alrededor de 25 o 30 txistularis y atabaleros que hay en Galtzagorri, alrededor de una docena son principiantes. Todos miembros de la cuadrilla, además.
En clase
¿Y de dónde partió la idea? “Estábamos un día de clase de txistu y se nos ocurrió. La propia cuadrilla hizo un grupo y nuestro maisu Aitor, con todo su gran esfuerzo, y desde aquí le doy las gracias, ha sido el gran responsable de esto. Nos apuntamos varios blusas y neskas para darlo todo y aprender y después ha venido todo lo demás”, resalta Leire. Abetxuko es el punto de la ciudad donde se reúnen y dan las clases.
Pese a ser minoría –y con el paso de los años, cada vez más– entre las cuadrillas de la ciudad, está demostrado que cantera de txistularis hay, lo que parece asegurar su permanencia en las salidas de blusas y neskas durante bastantes años más.
“Antaño había más cuadrillas como la nuestra y poco a poco la cosa ha ido cambiando”, apunta García. Solo el tiempo determinará cómo serán las kalejiras del futuro.
‘L’ también de blusa novato
Por ahora, esa palabra “orgullo” es una de las más repetidas al charlar con los txistularis de Galtzagorri.
Arkaitz López, que este año se ha estrenado en la cuadrilla junto a su hijo Gaizka, para quien Leire ha confeccionado también su particular L de blusa novato, con albarcas, es otro de esos principiantes.
Los más veteranos de los aprendices llevarán algo más de un año tocando, lo que no les ha librado de llevar también la L.
“Las fiestas van de la leche”, apunta de primeras Arkaitz. “Tocando le ponemos empeño, y acertar acertamos lo que podemos. Pero yo por lo menos me estoy riendo como no me he reído en mi vida”, apostilla este Galtzagorri, para quien pertenecer a esta pequeña familia es una “gozada”.
“La historia empezó con unos txistularis tomando unos vinos, a los que les hicieron las ocho de la mañana, y acabaron tocando en dianas. Si la historia nació así... motivo de orgullo no, más”, remarca.
Para Aitor Telletxea, también integrante de la cuadrilla y txistulari principiante, estas fiestas de La Blanca que ya encaran sus últimas horas están transcurriendo “bien, mejor de lo esperado”.
“Esperábamos este año aprender una o dos canciones para el txistu y hemos sacado unas cuantas más, así que muy bien”, se felicita.
En un paseíllo convencional, el grupo de Galtzagorri puede llegar a interpretar entre diez o doce canciones diferentes. “Se echa un poco de menos el ser blusa y estar saltando, pero por el resto todo bien. Cuando dejamos el txistu, saltamos y ya está”, subraya también Telletxea.
"A la gente le hace gracia"
La creadora del distintivo también reconoce que esta edición de La Blanca ha ido “genial”, tanto por los momentos disfrutados como por la experiencia con el instrumento.
“A la gente le hace gracia. Hay que reconocer que a veces igual se nos escapa alguna nota, pero la gente es súper compresiva. Estamos muy ilusionados”, apunta de nuevo García.
La L ha despertado la curiosidad de mucha gente que se ha cruzado con el grupo durante los últimos días y también se ha extendido entre algunos miembros del resto de cuadrillas que salen con txistus, Zoroak y Petralak, a su vez amigos suyos.
“Lo estamos pasando súper bien. La gente está siendo muy maja con nosotros, aunque a veces desafinamos”, insiste esta neska, “encantada” también por eso de pertenecer a una de las ya poquísimas cuadrillas que siguen saliendo con txistus.
“A mí me encanta. Reconozco que estoy encantadísima y este año lo estoy disfrutando muchísimo. Es un orgullo pertenecer a una de las cuadrillas de txistus y atabales”, apunta Leire, antes de ponerse de nuevo manos a la obra en el paseíllo de ida.
‘Txisturrada’ nocturna
Las tres cuadrillas fieles al txistu y el atabal, todas ellas integradas en la Comisión de Blusas y Neskas de la capital alavesa, celebraron también ayer una txisturrada nocturna de confraternización que animó un poco más si cabe el ambiente en el corazón de Gasteiz.
Otra demostración de que la unión hace la fuerza y es una esperanza más para que la tradición perdure.
La noche se alargó “un poquito”, según reconoce Leire. “Y ahí estuvimos los novatillos tocando lo que podíamos”, ríe.