Gasteiz no olvida a Borja Lázaro, su paisano desaparecido en Colombia hace mañana justo diez años. Mucho menos sus familiares y amistades.

Este domingo, en vísperas de ese décimo aniversario, una nueva concentración celebrada en el centro de la ciudad ha servido para recordar a Borja y exigir que la investigación en torno a su paradero no se abandone.

Presencia institucional

Al acto, celebrado en la plaza Celedones de Oro, no han faltado la alcaldesa, Maider Etxebarría, el diputado general de Álava, Ramiro González, la consejera de Políticas Sociales en el Gobierno Vasco, Nerea Melgosa, o el anterior primer edil gasteiztarra y ahora diputado foral Gorka Urtaran.  

Todos ellos han acompañado a la madre del vitoriano, Ana Herrero, tras una pancarta en la que los mensajes Te esperamos Borja / Zure Zain Gaude Borja han acompañado a una imagen del desaparecido.

“Doy las gracias a todas las personas que nos han acompañado estos años. Si pudiéramos traerle por estar más tiempo aquí, estaríamos todo el día. Pero ya es suficiente”, ha dicho Herrero a los asistentes tras la concentración, que se ha extendido durante poco más de cinco minutos.

Nerea Melgosa abraza a Ana Herrero en presencia de Maider Etxebarria. Josu Chavarri Erralde

"Una muerte tacaña"

Marisol Ibarrola, que conoció a la madre de Borja hace ahora más de nueve años y ha acompañado a la familia durante todo este trance, también ha tomado la palabra para demandar que la investigación en torno a la desaparición de Borja "nunca decaiga”.

“Esperemos que, entre todos, evitemos o por lo menos paliemos el dolor que produce la desaparición y la ausencia de un ser querido. Una desaparición es una muerte tacaña. No hay espacio para el duelo", ha subrayado Ibarrola.

Quien fuese teniente de alcalde en Arrigorriaga e impulsora de encuentros técnicos de personas desaparecidas ha parafraseado también al periodista Paco Lobatón, experto en esta materia: "Mientras no hay evidencias de muerte hay esperanza de vida”. 

Investigación estancada

Mientras tanto, el comisario de la Ertzaintza Hugo Carlos Prieto ha detallado en declaraciones a los medios algunos detalles en torno a la última hora de una investigación que, en sus palabras, "sigue en un punto parecido al de los inicios”.

La Policía Autonómica intenta mantener a día de hoy un contacto más o menos permanente con la policía colombiana, "haciendo preguntas para obtener respuestas", y recientemente ha enviado "unas peticiones" a través de la Embajada española para que la Policía Fiscal de Colombia “reanude, con más ímpetu si cabe" sus pesquisas sobre el entorno en el que desapareció Borja. "Y que no se olvide el caso”, según ha apostillado Prieto.

"Tirar de la madeja"

“Pasado el tiempo, siempre hay alguien que puede recordar alguna situación que en su momento no le dio importancia”, ha asegurado el comisario, quien al igual que Ibarrola ha recordado que "si no hay una evidencia de muerte, la esperanza de que pueda aparecer con vida está".

De hecho, Prieto ha tenido entre manos casos en los que "pasado un tiempo, hay esa información que nos hace tirar de la madeja y somos capaces de encontrar a la persona desaparecida”.

En cualquier caso, según el comisario, “lo importante es poder dar una explicación de qué es lo que ha ocurrido".

Ana Herrero, madre de Borja, Charla con el diputado general. Josu Chavarri Erralde

La desaparición

Borja Lázaro, ingeniero informático de profesión, fue visto por última vez en una posada del poblado costero de El Cabo de la Vela, en el departamento colombiano de La Guajira. Tenía 34 años de edad.

Lázaro se encontraba en esta remota zona del Caribe realizando un reportaje fotográfico, una actividad de la que era un gran aficionado.

Las últimas horas antes de su desaparición las pasó en compañía de un grupo de amigas y amigos y todas sus pertenencias, entre las que estaban sus cámaras de fotos y su documentación, fueron encontradas en el hostal donde se hospedaba tras desaparecer sin dejar rastro. 

En un principio, la Policía colombiana barajó hasta tres hipótesis: que Borja hubiera sido secuestrado, que se ahogara en el mar o que se introdujera desorientado en el interior de la península.

Las dos primeras fueron perdiendo peso rápidamente, pero con el paso del tiempo tampoco han surgido nuevas pistas en ninguna otra dirección.