Muchos taxistas que acostumbran a trabajar los sábados por la noche en Gasteiz han dicho basta. La creciente “inseguridad” en este turno que coincide con la madrugada festiva más concurrida de la semana ha hecho que numerosos profesionales del sector hayan dejado de prestar servicio durante sus horas más conflictivas, que se extienden de las 4.00 a las 7.00 del domingo, cuando centenares de vecinos finalizan la juerga y quieren volver a sus casas.

El servicio de taxi se ha reducido a la mitad en Vitoria los sábados noche

“No sé si nos hemos alterado tras la pandemia pero hay gente que está más agresiva e irrespetuosa. Nos han lanzado objetos, nos han hecho simpas, nos han dado manotazos y patadas a los coches… y al final, muchos compañeros priman la tranquilidad sobre la rentabilidad y han decidido dejar de trabajar en ese horario”, certifica Ana Herrero, presidenta de la Asociación alavesa del Taxi, en conversación con este periódico. Los lugares más problemáticos son las paradas de taxi próximas a los locales de ocio que más estiran la noche, las que más demanda tienen. Como ejemplos claros, las situadas junto a la Catedral Nueva y Artium y en Desamparados.

Aunque no dispone de cifras concretas, pues en Vitoria operan dos empresas distintas y hay taxistas que trabajan sin emisora, Herrero estima que en esa complicada franja nocturna trabajan ahora “más o menos la mitad” de los taxis que estaban operativos en la capital alavesa antes de la crisis sanitaria.

¿Pero qué ha podido suceder? Un buen número de profesionales coincide, según suscribe Herrero, en que el hábito del tardeo ha llegado para quedarse y que son muchos más que antes los jóvenes –y no tan jóvenes– a los que la jarana vespertina se les junta con la nocturna.

“Están bebiendo desde el mediodía y la gente termina muy pasada”, certifica Herrero. No existe, tampoco, un perfil concreto de usuario que cause problemas en los taxis, más allá de que compartan haber pasado largos días –y noches– de excesos. “Te la puede liar el de 20 años o el de 50, hombre o mujer, de aquí o de fuera…”, enumera, de nuevo, la portavoz del colectivo.

¿Se podría hablar de miedo? “Hay respeto”, acota Herrero, aun consciente de que las agresiones físicas graves contra el colectivo también se han producido con cierta frecuencia, al menos en otras ciudades del entorno.

En este contexto, el sector local ha comenzado ya a analizar la posibilidad de instalar cámaras de seguridad en el interior de sus vehículos como medida de protección adicional. Los contactos en este sentido ya se han producido con instituciones como el Ayuntamiento de Vitoria, según certifica la presidenta de la Asociación del taxi. “Hemos trasladado al departamento de Seguridad lo que está pasando y también la iniciativa de poder poner cámaras en los vehículos”, remarca Herrero.

Según confirman fuentes municipales, el colectivo y el departamento de Seguridad han mantenido a lo largo de esta legislatura dos reuniones en las que, entre otros temas, se ha tratado la “preocupación” de los taxistas por los problemas derivados del ocio nocturno.

Una preocupación que, según los mismos medios, en todo caso “no es de hoy”, sino de siempre. Desde el Consistorio recuerdan además, desde su “plena colaboración con el sector”, que la instalación de cámaras en un servicio de transporte público como el taxi compete, en todo caso, al Gobierno Vasco.

El gremio alavés se está dedicando estos días a estudiar a fondo la legislación al respecto para que, llegado el caso, la instalación de estos dispositivos dentro de los taxis cumpla con todas las normativas en vigor, especialmente en todo lo que concierne a la protección de datos.

Por lo demás, Herrero avala el trabajo que tanto la Policía Local de Gasteiz como la Ertzaintza desempeñan las noches de fiesta cuando un profesional del taxi se topa con problemas. En una ocasión, Herrero tuvo que pedir el apoyo de la guardia urbana porque un cliente se negaba a bajar del taxi cuando ella le dijo que no le llevaba a su destino por estar demasiado ebrio. Los agentes terminaron sacándolo del coche. “Hay quienes no entienden que estoy en mi derecho de no cogerles”, recuerda Herrero, pues existe una ordenanza municipal en este sentido.

La presidenta del colectivo de taxistas, pese a todo, insiste en que por lo general el usuario en Vitoria “es muy buen cliente”. “El 99% de la gente es súper correcta, pero unos pocos te la lían. Se generaliza y está mal”, apunta de nuevo Herrero.