Es 6 de agosto, domingo por la mañana, y una larga cola se dirige al Iradier Arena mientras muchos jóvenes apuran sus últimos –o penúltimos– potes en los bares de las inmediaciones.

El multiusos, reconvertido por unos días en coso taurino, acoge la segunda suelta de vaquillas de las fiestas y es una reproducción a pequeña escala del universo de La Blanca: blusas, neskas, familias, txikis, mayores, cuadrillas, parejas y jóvenes, madrugadores y gaupaseros, van tomando posiciones en la grada para disfrutar del espectáculo conformando un pintoresco crisol. 

VÍDEO: Vaquillas en el Iradier Arena en las fiestas de La Blanca 2023

VÍDEO: Vaquillas en el Iradier Arena en las fiestas de La Blanca 2023 Carla González

Pasan ya algo más de 5 minutos de las 10.30, suena la retreta de San Prudencio, que despierta a unos asistentes ya un poco impacientes, y a continuación el mítico We will rock you de Queen para dar paso a los recortadores, la mayoría de origen guipuzcoano como la ganadería que trae los animales a la ciudad.

"Ha volado"

Primeras carreras, quiebros y aplausos y, tras el primer salto mortal sobre la vaquilla, primera gran ovación de la mañana. “Ha volado”, exclama una espectadora.

Irrumpe la segunda becerra del día y también llega el turno de los primeros voluntarios, dos atrevidos jóvenes –uno vestido de blusa– que se encaraman a sendos pivotes mientras el animal merodea a su alrededor.

Ambos con las manos en los bolsillos, como si fueran “jugadores de futbolín” –bromea el speaker–, aguantan sobre la altura mientras la vaquilla embiste a los dobladores y se pasea por la zona. Los pivotes cada vez se acercan más y, ahora sí, la becerra se lleva por delante el soporte y, por poco, también a uno de los jóvenes.

Columpio aéreo

Tercera vaquilla y, ahora, son cuatro los espontáneos que se la juegan en una suerte de columpio aéreo. La vaquilla se acerca cada vez más peligrosamente y acaba dando dos buenos revolcones casi consecutivos a uno de los jóvenes, pero sin consecuencias. Algo magullado, el valiente se lleva la ovación de la mañana.

Los juegos dan paso a la chavalería, que salta al coso en un número importante, por decenas, para correr delante de las seis vaquillas que todavía quedarán por soltarse. Pocos llegan a los 20 años. “En Vitoria ya no hay toros, pero hay afición”, celebra en declaraciones a este periódico una portavoz de la organización.

“Si veis que un amigo vuestro no está en condiciones, vamos a sacarlo de la plaza. Aquí venimos a divertirnos”, recuerda, mientras tanto, el animador a través de la megafonía.

Un herido leve

Y no le falta razón, porque una mala caída puede tener consecuencias importantes. Por ahora, sin embargo, solo ha habido un joven herido leve y atendido por los sanitarios durante estas fiestas, concretamente ayer sábado. Recortes, alguno de ellos muy aplaudido, unos cuantos costalazos y algún susto más marcan la mañana. 

Un sexteto de neskas formando un montón aguarda a la séptima vaquilla del día, que salta por encima de ellas como una exhalación. Otro grupo de jóvenes replicará el experimento con éxito. La plaza hace la ola. Suena el Quédate de Quevedo, pero tras la novena vaquilla de la jornada ya toca despedirse hasta mañana.