Es sábado y Vitoria huele a verano y suena a jazz. Nadie diría que solo hace tres días sufrió una imponente granizada que acribilló la ciudad en cuestión de veinte minutos, a no ser por las huellas que aún quedan.
La vegetación arrancada de árboles, jardines y terrazas cubre paseos y calzadas en la Senda y el campus universitario, pero también calles y aceras de Ariznabarra, Aranbizkarra, San Martín, Salburua y prácticamente todos los barrios de Gasteiz. Hoy más que nunca, Vitoria es una alfombra green. El centro está más adecentado, pero cuanto más se aleja uno del Ensanche, más hojas y ramas cubren el asfalto, pese a las labores de limpieza. Son días de continuas llamadas a las aseguradoras para dar parte de los siniestros, a las cristalerías para reparar cristales de miradores dañados y visitas al taller para reponer lunas de coches.
El Ayuntamiento cuantifica daños especialmente significativos en el Casco Viejo con numerosos miradores rotos en Zapatería, Cuchillería y Correría, sobre todo en ventanas con cristales más viejos y finos. Desde Zapa 4 hasta Zapa 20, todo fue un río blanco de hielo que atascó alcantarillas en segundos.
"No sé si reír o llorar"
Eztizen estaba a punto de cerrar la tienda cuando de manera inesperada cayó la tormenta. “Impone ver toda la calle llena de granizo en un segundo”, cuenta ya olvidado el susto. “No sé si reír o llorar”, dice al recordar los minutos de miedo vividos, junto a tres clientas, dentro de La Casilda, el negocio de artesanía textil que regenta en el Casco Viejo.
“Impresiona ver la fuerza con la que caía el granizo, así que rápidamente nos cerramos dentro del local y bajé la persiana pensando en proteger el escaparate; después, cuando cesó la lluvia, todo era un ir y venir de gente de un lado a otro”, recuerda.
Desde el cantón de San Roque
Narra cómo el agua bajaba a borbotones desde el cantón de San Roque. “Gracias a la curva que hace, mi tienda se salvó, no sufrió desperfectos ni se anegó, pero los cristales de los miradores están todos rotos, del primero al cuarto”, señala con el dedo. Y aplaude la actuación de los Bomberos, que no tardaron en asegurar las fachadas y precintar para evitar desprendimientos.
Y no sólo los Bomberos, los propios vecinos de Cuchi indicaban a la gente para que caminara por el centro de la calle, no bajo las cornisas antes de que la Policía precintara.
Olor a verde, a monte
A Txiki Nalda le sorprendió el olor a verde, a monte que se respiraba fuera de su tienda de vinilos. Frente al establecimiento, más miradores con los cristales rotos. “Aquí hay establecimientos que, además de la planta de la tienda, tienen locales debajo, a esos sí que les habrá entrado agua”, apunta, porque ya les ha pasado en otras riadas. A este comerciante también le pilló la tormenta a punto de cerrar, recogiendo. “Salí a la calle por el ruido que hacía el granizo al caer, los fuertes golpes de las piedras, algunas grandes; dije pero qué leches pasa aquí”, detalla.
Según Gasteiz On, el 18% de los comercios sufrió el jueves desperfectos al anegarse sus tiendas y almacenes y el 21% reporta inundaciones de los locales, cortes de luz e, incluso, pérdida de mercancía.
Cerrado el Reutilizagune
También son palpables todavía los problemas en centros cívicos, médicos y en edificios municipales que tardarán días en repararse. Por ejemplo, a causa de los daños sufridos por la tormenta, el servicio Reutilizagune permanecerá cerrado hasta el 17 de julio, informa el Ayuntamiento.
Talleres y cristalerías no dan abasto
Efectos visibles son igualmente los dejados por la granizada en los techos de los coches todavía aparcados en Madre Vedruna. Otros han tenido mejor suerte y ya están en el carrocero para reponer las lunas, faros y retrovisores. A la espera están el vehículo plateado de Óscar Rodríguez, el gris de Álvaro Polo con las lunas rotas y el negro de Noemí Ruiz.
La situación recuerda a la granizada de 2009, las mismas colas ante los talleres para reparar las abolladuras causadas por la piedra caída sobre la chapa de los automóviles. Hay talleres que ya han dicho a sus clientes que lo urgente son los cristales, faros y retrovisores, pero que para arreglos de chapa tendrán que esperar meses, posiblemente a septiembre. “Tampoco dan abasto las cristalerías con tantas llamadas”, puntualiza Eztizen.
Garajes y toldos
En Naciones Unidas, en Zabalgana, los vecinos respiran aliviados porque el agua apenas ha anegado sus garajes. Cuando comenzó la granizada temieron lo peor; sin embargo, “ésta vez hemos salvado”, comentan. No les ha ocurrido lo mismo en San Cristóbal, detrás de la plaza de todos; en su aparcamiento subterráneo, los daños son cuantiosos y falta agua por retirar.
En la perfumería Gil de Nuria, es el toldo lo que el granizo ha roto, pese a estar cerrado. "Llamé, pero aún no he conseguido contactar con el seguro”, dice desde una acera de la Cuesta. La tormenta le pilló el jueves al poco de cerrar la tienda, de camino a la estación de autobuses. "No podía ni cruzar la Avenida de una acera a otra por la riada que bajaba", apunta. "Ya en el autobús, la parada del edificio Deba también se inundó; siempre se inunda, y eso que la acaban de arreglar", puntualiza