Ana Ruiz entra en el rocódromo de Ariznabarra, echa un vistazo a su alrededor y comprueba que el 85% de las personas que hay allí son mujeres. Y en ese instante no puede evitar sonreír porque recuerda cómo, cuando ella comenzó hace más de 20 años, eran tres las chicas que acudían a la que por entonces era la única instalación de ese estilo en Vitoria-Gasteiz.

Por su cabeza, y por la de Idoia Rubial, sobrevuela la duda de si su empeño por crear una estructura en la que las mujeres pudiesen tomar contacto con la montaña habrá tenido que ver con ese aumento. Seguramente no lo sabrán nunca, pero que han puesto su granito de arena es obvio.

Ambas se conocieron en el rocódromo y juntas hicieron de la montaña su pasión y su forma de vida. Comenzaron a escalar vías de largos y escalada clásica y han formado cordada durante mucho tiempo. “Por aquella época estaban en Bizkaia las Marimendi, que juntaban mujeres mayores de 40, euskaldunes y montaña”, recuerda Idoia.

“Salíamos a la montaña y nos dábamos cuenta de que apenas había mujeres y cuando veíamos alguna hasta nos emocionaba”, apunta Ana. Con esa visión, y movidas por las ganas de hacer algo, se plantearon generar un grupo para fomentar la presencia de las mujeres en la montaña, “que fuese un sitio en el que sentirse arropadas, en el que tener una primera toma de contacto acompañadas”, aseguran. Y así nació Neskalatzaileak hace 13 años. Desde el principio tuvieron claro que si el motor era femenino, lo que construyesen ayudaría en esa labor de fomento, pero su primera decisión fue, aun teniendo un nombre que se refiere al sexo femenino, no excluir a nadie y contar con neskalatzailes masculinos que quisiesen aportar y estar.

Poco a poco el club se fue convirtiendo en una pequeña familia con tres funciones: federar, llevar a cabo 8-10 salidas anuales que fomentaran esa participación femenina y tener un blog “para visibilizar esas salidas e intentar darle un espacio a esas mujeres que quisieran contar sus aventuras montañeras”. Subir cimas, BTT, orientación, escalada y ferratas se fueron sucediendo y permitiendo a las personas que formaban el club probar diferentes opciones.

Por si esto fuera poco, se animaron a organizar el Encuentro nacional de escaladoras en varias ocasiones y llegaron a reunir en Calcena y Morata de Jalón a 120 mujeres de las que aprendieron mucho y con las que compartieron grandes momentos.

Ambas reconocen que la montaña es su forma de vivir, que forma parte de ellas y a través de ella van cumpliendo sueños. Ana, aunque sigue escalando, está ahora enganchada al BTT Enduro. Idoia, por su parte, sigue “bailando con las rocas”, como ella dice.

“La combinación entre reto y aventura es lo que me lleva cada vez que puedo a escalar y también a la montaña”, añade. En 2018, junto con Maite Zubizarreta, cumplió uno de sus sueños. Estuvo 3 meses en Yosemite y ascendió dos veces la pared del Gran Capitán, primero por la vía Nose y la segunda por la Triple Directa. “Nunca antes había realizado un Big Wall (escalada de varios días en pared) y fue un cúmulo de emociones que me encantó vivir”, rememora.

Situación actual

Llegó la pandemia y las cosas cambiaron. Las salidas se pararon y ahora mismo han dejado de realizarlas de forma reglada. En grupos más pequeños sí hacen actividades y participan en todo lo que pueda ayudar en ese fomento, pero a nivel de club están deseando que “alguna de esas mujeres jóvenes que vienen con fuerza se anime a tomar el relevo, con ayuda obvio, pero que recojan el guante”.

Lo mismo ocurre con el blog. Abren las puertas a quien quiera ir contando sus aventuras para que pueda servir de inspiración a otras mujeres que se apasionan por este mundo. La pasada semana Idoia Rubial y Ana Ruiz participaron en las I Jornadas Mujer y montaña organizadas por la Federación alavesa y dejaron como reflexión una máxima que les ha movido y esperan que mueva a otras: “Somos porque otras nos han enseñado su camino”.