La Casa del Vino de Laguardia, el Servicio de Enología y Viticultura de la Diputación Foral de Álava ha analizado la campaña de los vinos de Rioja Alavesa y el txakoli alavés y ha concluido que es una añada marcada por los calores extremos y la sequía, pero mejor de lo esperado. En el repaso de la campaña el informe incide en la extraña meteorología de esta campaña, con temperaturas altas cuando no correspondía, poca lluvia y las olas de calor que marcaron una gran preocupación entre los vitivinicultores durante todo el verano.

Con este panorama meteorológico la uva al final de agosto estaba a punto de completar su proceso madurativo con la excepción de las zonas más altas que venían más retrasadas. Los primeros remolques con uva entraron en Rioja Alavesa iniciado septiembre, empezando por las variedades blancas más tempranas (tempranillo blanco y foráneas) y sobre el 10 de septiembre se iniciaba la vendimia del tempranillo tinto en las fincas y áreas más tempranas.

La vendimia llegaba en Rioja Alavesa a su pico máximo el 22 de septiembre con más de 5 millones de kilogramos de uva recogidos y continuaba con intensidad hasta una semana antes de El Pilar. Los remolques más retrasados fueron los procedentes de las zonas más altas, pero también de parcelas en el resto de Rioja Alavesa en las que los bodegueros decidieron apurar su maduración fenólica.

En resumen, después de muchas incertidumbres debidas al calor y la sequía, de una campaña que no se parece a ninguna de las que se recuerdan, la cosecha ha resultado en cantidad mucho mejor de lo que hasta a poco del final apuntaba. Los datos disponibles hasta la fecha prevén para Rioja Alavesa un volumen de cosecha moderado pero superior a la pasada campaña. En lo referente a calidad, también las perspectivas son buenas, la uva dará como resultado vinos jóvenes frescos y afrutados y con potencial de guarda. No obstante ya se cuenta con que, esta campaña más que otras, los mostos y vinos precisarán un esmerado trabajo enológico en bodega para su consolidación en el tiempo.

arabako txakolina En el valle de Aiala, los daños por el frío fueron más significativos, reduciendo en los viñedos más expuestos el potencial de cosecha: Riesling, Chardonnay y Hondarrabi zuri, por este orden fueron las variedades más dañadas. La Hondarribi beltza resultó menos afectada. La ola de calor de mediados de junio llegó también a la zona del txakoli. Durante junio se produjeron algunas tormentas que aliviaron algo la sequía que se venía arrastrando desde mayo y la viña siguió progresando.

El viñedo de txakoli mostraba una sanidad excelente sin embargo la incertidumbre ante el escenario de sequía era muy grande. Las temperaturas ligeramente más frescas desde mediados de agosto, unido a ligeras precipitaciones fueron suficientes para que el viñedo acelerara su ciclo y el grano a primeros de septiembre alcanzara prácticamente su tamaño normal.

Septiembre resultó favorable para la maduración al traer algunas lluvias y ser las temperaturas nocturnas moderadas. Esto permitió que las variedades más tempranas alcanzaran la sazón a partir de mediados del mes de septiembre, fechas en la que se inició la vendimia en el área del txakoli alavés. La Hondarrabi zuri, variedad principal de la zona, se comenzaba a recolectar una semana después. La vendimia se generalizaba la última semana de septiembre y se prolongó hasta mediados del mes de octubre. La excelente sanidad de la uva permitió que la recolección se dilatara en el tiempo.

Sin contar con los datos definitivos de cantidad, que suministrará próximamente el Consejo Regulador de Arabako Txakolina, la cosecha finalmente será buena, más generosa de lo que se preveía. Se puede adelantar que será superior a la de 2021 que fue corta y se acercará en volumen a las cifras récord de 2020. Finalmente, a tenor de la excelente sanidad de la uva que ha entrado en bodega y de sus favorables parámetros enológicos, se prevé de muy buena calidad.