Malabaristas, juglares, saltimbanquis, caballeros, monjes, damiselas, campesinos, artesanos, trovadores, dragones, bufones y soldados transitan por las estrechas y petadas calles ocupadas por herreros, carpinteros, orfebres y vidrieros.

Cuarto fin se semana de septiembre, ya medio otoñal y con sirimiri este viernes, y las plazas del Casco Viejo regresan al medievo para recrear una época en la que Vitoria, cruce de caminos entre el norte y sur, fue un importante enclave político y comercial en el que convivieron, entre artesanos, las culturas cristiana, árabe y judía.

El pregón prende la mecha del fuego que alumbra el anochecer del Casco Viejo entre saltimbanquis. Vitoria recupera así el Mercado Medieval, que abre con 200 puestos y 70 talleres de oficios antiguos.

Teatro de calle, música de las tres culturas, danzas del mundo, personajes itinerantes, seres fantásticos, circo y malabares deleitan este fin de semana la retina de quienes se pasean por el Mercado Medieval de Gasteiz y pisan los 200 puestos de artesanía, alimentación y bebida entre viejos talleres de oficios milenarios como los que denominan las calles de la almendra medieval.

Los bufones de la corte pregonaron la apertura del mercado a los cuatro vientos. A las seis de la tarde prendieron la mecha en el Machete y la plaza anocheció bajo el fuego y el juego de saltimbanquis y malabaristas. No es el único escenario medieval abierto en el mercado.

En la plaza de Santa María, los narradores de cuentos y leyendas invitan a dejar volar la imaginación; en Villa Suso, las bulliciosas tabernas humean durante el concierto yen Burullería, los títeres campan a sus anchas por el poblado militar cercano a la aldea de los dragones.

Hasta Martin Ttipia, en la trasera del edificio Fray Zacarías, vuela la magia y el humor que encandila a los niños que osan adentrase en el bosque encantado por brujas, elfos, basajaun y gentiles hasta saciar su sed de conocimiento de la fuente que mana el árbol sabio.

En Euskaldun Berria, junto a Escoriaza Esquível, suena a Marrakech y humean las teteras que calientan el zoco árabe. Y mientras las coplas y romances toman la balconada de San Miguel, el eco de los estruendosos combates retumba a lo lejos, en Falerina, donde el bando de los Ayala se envalentona contra el de los Calleja en una encarnizada lucha, junto al campamento militar que muestra con orgullo todo tipo de artes y máquinas de tortura, ya sean cristianas, musulmanas o judías.

Teatro de calle

Músicos y acróbatas

En cualquier calle, cantón y rincón del Casco Viejo, uno se sorprende al toparse con actores y actrices de teatro de calle que dan vida a ancestrales personajes, incansables músicos, ágiles acróbatas y seres fantásticos que se pasean por un mercado tras el que se esconden más de ocho siglos de historia de una ciudad con uno de los cascos medievales mejor conservados.

Tal es así, que a día de hoy mantiene la configuración de sus calles en forma de almendra, restos de lo que fue la muralla, sobrios palacios blasonados, imponentes templos góticos, empinados cantones y renacidos caños, que antaño servían de desagüe para las aguas sucias de las viviendas y hoy lucen como floridos patios.

De esta manera, Vitoria recupera otra de sus citas culturales tras la pandemia, que este año celebra su XIX edición. “El Mercado Medieval vuelve con fuerza para animar las calles del casco histórico y favorecer la actividad económica del comercio y la hostelería”, reivindica la primera teniente de alcalde, Maider Etxebarria.

Las cifras demuestran la envergadura del evento: 20.000 elementos decorativos, 200 puestos, 145 juegos infantiles, 70 talleres de oficios antiguos y 31 compañías de teatro.

En el siguiente enlace se puede consultar el programa completo: XIX Mercado Medieval.

Magia y fantasía

La aldea de los dragones

Entre las novedades, la aldea de los dragones, instalada en la plaza de la Burullería, que reproduce un mercado medieval con espectáculos, talleres y representaciones de circo y títeres. Precisamente desde esta ubicación sale, ya de noche, el pasacalles La captura de los dragones, que también se puede disfrutar hoy a las siete de la tarde.

Otra de las sorpresas teatrales del cartel llega de la mano de La danza de los orcos, que recorre el Casco Viejo hoy y mañana a las 21.30 y 19.45 horas, respectivamente.

A los ojos de los niños, el Mercado Medieval es pura fantasía, más si se acercan al bosque encantado de la plaza Martin Ttipia, convertido en recinto de juegos medievales y actividades adaptadas al público infantil con discapacidad visual.

A los ojos de los mayores, qué es un mercado medieval sino una gran plaza en la que, a la vez que se vende y se compra de todo, sirve de punto de reunión para amenizar al gentío de pueblos y ciudades con juegos, desfiles y justas de caballos.

Lo mismo se comercializan pieles, paños, cerámicas y artículos de madera y hierro que frutas, legumbres, hortalizas, cereales, pan, cerveza, licores y hasta hierbas medicinales o derivados animales y pescado. “El número de mercancías para vender es tan considerable que no puedo dejar de gastar”, cuenta el poeta francés Guillaume de Villeneuve al pasar un día por los mercados de París.

Seguramente el Mercado Medieval que hoy disfruta Gasteiz difiera mucho de los antiguos, pero permite viajar al imaginado pasado de una Vitoria que, en lo que atañe a los mercaderes tenía sus normas propias, como otras aldeas.

Así, era común que cada comerciante fuera responsable de mantener limpia su zona de venta, aunque nada ni nadie pudiera impedir el hedor, ni tampoco la picaresca de los comerciantes.

Cuentan algunos articulistas que mojaban sus existencias en pimienta para que pesaran más, que los panaderos cocían sus panes con piedras dentro para alcanzar el peso legal y que, a menudo, se vendía carne podrida, vino avinagrado y pan mohoso. Pero también que si les pillaban en estas pícaras prácticas, podían acabar en la picota, o vete a saber si en el Machete...