Con su primer larga duración, Nahieran, bajo el brazo, Dupla no para ni dentro ni fuera de Euskal Herria. De hecho, no tiene intención de hacerlo y mientras el dúo de Agurain sigue recorriendo escenarios de aquí y de allá este verano, prepara también nuevas fechas para otoño. Hoy, eso sí, toca volver a Vitoria. El recinto de las txosnas espera a la banda a partir de las dos de la madrugada. Suyo será el último concierto en directo de estas recuperadas fiestas tras dos años de pandemia. Beñat Oribe y Gari Uriarte esta noche la montan a lo grande con su mezcla de reggaeton, trap, electrónica, rock y todo lo que se ponga por delante.

Estaban todavía con la gira del EP ‘Folklore’ y salió su primer disco, ‘Nahieran’. En todo este tiempo, incluso a pesar de la pandemia, no han parado de dar conciertos. Y cualquiera que les haya visto, sabe que son actuaciones exigentes en lo físico. ¿Cuántos kilos han perdido ya?

(Risas) También hemos ganado alguno, no creas. Nos dan bien de cenar en los sitios a los que vamos a tocar.

Pero la paliza está siendo tremenda, eso es así.

Bueno, pero cada concierto es solo una hora. Sí, es cansado a veces, pero no duro. De eso nada. Duro es currar ocho horas en una fundición. Lo nuestro es puro disfrute. No nos podemos quejar ni un poco. Hacemos lo que nos gusta y como nos gusta, además con la gente que nos cae bien. Así que no hay ningún pero posible.

Además, desde febrero están pudiendo dar los conciertos en el formato en el que Dupla cobra todo su sentido, con la gente de pie y bailando.

Sí, sí. Nuestros conciertos siempre han estado planteados para eso, para ese público de pie que baila, que se junta, que se mueve. Lo que pasa es que la situación llevó a hacer las cosas de otra forma, pero en nuestro espíritu siempre ha estado esta forma de hacer las actuaciones. En nuestros directos la energía fluye claramente. Somos un grupo para ver de noche, de pie y arrejuntados.

Bueno, y el público tiene que estar en buena forma física, porque hace sus ejercicios.

Digamos que nos gusta que sea un público participativo (risas).

Bromas a un lado, lo cierto es que la gira está incluso posibilitando al dúo salir fuera de Euskal Herria, con actuaciones en ciudades como Madrid y Zaragoza.

La experiencia en ese sentido está marchando muy bien, la verdad. Nos dieron una ayuda de Musika Bulegoa, que es la que nos ha dado la oportunidad de hacer esos conciertos en Valencia, Madrid, Zaragoza, Segovia y Zamora. De hecho, nuestra idea es volver a salir cuando acabemos con los compromisos que tenemos por aquí. Somos un grupo que aprende mucho cuando va fuera, viendo cómo toma nuestra propuesta la gente. Nos ofrece otro punto de vista que es interesante para nosotros.

Pero independientemente de que las canciones sean en euskera o en castellano, seguro que la gente baila con su música.

A la gente le da absolutamente igual el idioma. No hay barrera. El público entiende todo. El mensaje cala y, además, bien hondo. Igual no se entienden todas las palabras y los referentes, pero el concepto se entiende a la perfección. Aquí y en Nueva Zelanda se puede comprender lo que hacemos y lo que decimos sin problema. Es música. Somos dos chavales sobre el escenario y la gente se entera a la perfección de lo que queremos decir aunque no te entiendan todo.

Cuando estaban de gira con ‘Folklore’, su primer disco estaba tomando forma. Ahora que están en el tour de ‘Nahieran’, ¿siguen componiendo o ese momento ya llegará cuando paren?

Preparando el directo del disco nos centramos mucho en eso y no pudimos plantear nuevas canciones. Le dimos mil vueltas al concierto que queríamos hacer y que estamos presentando. Hasta diciembre del año pasado, estuvimos liados en eso. Pero ahora es diferente. El directo está rodado y nosotros, en este sentido, estamos liberados. Así que, vale, los fines de semana no paramos de conciertos, pero entre semana hemos vuelto a dedicarnos a hacer canciones y a preparar nuevas cosas. Por ejemplo, estamos sacando nuevos vídeos, como el que publicamos en mayo y como el que ha salido ahora con un nuevo tema. Estamos con nuevas ideas, con otra película en la cabeza, siempre pensando en cómo podemos hacer. En nuestra cabeza estamos en la próxima etapa, en la siguiente vuelta.

Para principios de octubre hay de momento anunciado el último concierto, que será en Agurain. ¿Luego parar o...?

No, no. De hecho, en octubre estamos a tope de fechas, solo que faltan por anunciar. Luego sí nos retiraremos unos cuatro o cinco meses, por lo menos en lo que son actuaciones aquí, porque, como te decía, sí nos gustaría volver a salir. La idea es aprovechar ese paréntesis para preparar otro nuevo directo, con temas que no se han escuchado, e ir lanzando vídeos. Y hacia primavera de 2023, si nos quieren, la intención es volver a los bolos con un nuevo show, aunque siga siendo, por así decirlo, parte de la gira Nahieran. La cuestión es no aburrir, ni al público ni a nosotros (risas).

Han pasado muchas cosas, y muy buenas, para Dupla desde la puesta en marcha del proyecto. Incluso a pesar de la pandemia. ¿Se imaginaban todo lo que ha pasado?

Bueno, cuando tienes un grupo de música te da tiempo a imaginarte muchas cosas (risas). Y, aún así, nunca es como pensabas. Claro que pensábamos que íbamos a dar conciertos o que nuestra música iba a llegar a la gente. No estamos siguiendo ningún plan, pero cuando hicimos el grupo sabíamos que había un hueco para una banda así, que había una necesidad real de un proyecto como este. Lo que no esperábamos era una pandemia. Eso sí que nos trastocó las ideas que teníamos. Pero bueno, no nos podemos quejar. Este verano estamos tocando mucho, pero es que nosotros teníamos en mente que este era un proyecto para darle mucha caña.

¿La clave está en divertirse, en trabajar mucho, en llevarse bien...?

En un poco de todo. Aquí hay mucho curro, por supuesto. Hay que hacer por llevarse bien y pasarlo bien, porque si no, no tiene sentido. Puede que Dupla lleve tres años, pero Beñat y yo nos conocemos desde hace mucho. Al final, somos como una pareja. Hay que cuidar las relaciones humanas. Eso es lo primero. Ya puedes ser el puto amo en un grupo de éxito mundial, que si no te llevas bien, estás jodido. Nosotros, lo primero, somos amigos. Y luego ya tenemos Dupla.

Les está tocando actuar en muchos eventos y fiestas que se están recuperando tres años después, desde, por ejemplo, el Herri Urrats o las mismas fiestas de La Blanca. ¿Notan a la gente con unas ganas especiales?

Sí, sí. La gente tiene unas ganas de liarse increíbles. Y le da igual si es en un concierto nuestro o en un cumpleaños del hijo. Quiere lío. Tiene ganas de socializar, de ir a los sitios y de hacer mil cosas. Se escribirá sobre esto dentro de diez o quince años, sobre este verano de 2022 en el que la gente está sin freno. Y nosotros en primera línea tocando. Genial. Pero no solo ocurre en nuestras actuaciones.

En Vitoria hoy son, por así decirlo, los últimos de la fiesta.

Es lo que nos está tocando, actuar a las mil (risas). Es que no hacemos baladas, es lo que tiene la música electrónica. Nuestra hora parece que es la una de la madrugada, más o menos. Sabíamos que iba a ser así, que íbamos a ser los que cierran. No nos ponen a abrir en ningún lado (risas). Cuando vayamos cumpliendo años ya iremos haciendo canciones tranquilas.

Este verano además les está posibilitando tocar mucho al aire libre. ¿Diferente a las salas?

Sí. El aire libre tiene que hay más personas, pero también que hay gente que no ha ido a verte de manera expresa, que incluso ni te conoce. Así que tienes que atrapar al personal de otra manera. No son espectadores que han ido a una sala y han pagado una entrada porque quieren verte a ti. Está siendo un reto diferente y, de hecho, hemos modificado un poco el directo para que cualquiera, desde el segundo uno, diga: espera, no me voy a la barra, voy a ver un poco a estos chavales. Según salimos, siempre a tope, no nos entra en la cabeza decir: bueno, va, hoy vamos a medio gas. Hay que liarla sin hacer nada con lo que te sientas incómodo. A partir de ahí, somos de los que siempre sudamos la camiseta (risas).

¿Les está dando tiempo a ser también espectadores de otros, a disfrutar algo de las fiestas en las que tocan?

Ya nos da tiempo, ya. Demasiado (risas).

Lo que está claro es que el mensaje de ‘Dantza gaua’ está llegando.

Sí, pero es que iba a llegar aunque no lo cantáramos nosotros.

¿Seguro?

Al final, no nos estamos inventando nada. Es algo que estaba ahí. Nosotros solo le hemos dado forma, la nuestra. Estamos canalizando algo que se respira en la calle. Somos como cronistas de lo que está pasando. Pero aunque no estuviéramos nosotros, esto iba a pasar. Por eso salen más grupos, por eso se le está dando una vuelta a la música, por eso los chavales van desmarcados. Son otras formas de hacer las cosas. Hay bandas y hay un público que demanda música de aquí pero a la que se le ha dado una vuelta.