La plaza de la Virgen Blanca, ese mismo lugar donde solo 14 horas antes las fiestas de Gasteiz arrancaban en medio del delirio generalizado, ha acogido en la mañana de este viernes un acto mucho más recogido, la tradicional misa de la Aurora, tras la procesión del Rosario. 

Cientos de personas ya ataviadas con sus pañuelos festivos, también decenas de neskas y blusas, se han reunido en el corazón de la ciudad para participar en el culto, dirigido como es tradición desde las escaleras de San Miguel. 

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En la misa no han faltado el recuerdo a quienes ya no están y a las víctimas de los conflictos bélicos, así como una apelación a la Virgen Blanca para que "inspire caminos de reconciliación" frente a la guerra y la amenaza nuclear. 

Tras la eucaristía, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, ha tomado la voz desde el altar apelando a los jóvenes cristianos y animándoles a mantener su fe pese a la dificultad de vivirla "a contracorriente".