Desde el primer paso hasta el último aliento, la Riaño Trail Run de este año se ha vivido como una travesía física y emocional. Una carrera por etapas, atravesando tres sistemas montañosos: la Montaña Palentina, la Montaña de Riaño y Mampodre, y los Picos de Europa, donde el crono importa, sí, pero queda en segundo plano frente a lo esencial: el paisaje, la convivencia y esa sensación tan rara de pertenencia.
En imágenes: Riaño Trail Run
Jose Anies, Dani Sanchez y Gonzalo Pérez Zunzunegui
Desde el primer paso hasta el último aliento, la Riaño Trail Run de este año se ha vivido como una travesía física y emocional. Una carrera por etapas, atravesando tres sistemas montañosos: la Montaña Palentina, la Montaña de Riaño y Mampodre, y los Picos de Europa, donde el crono importa, sí, pero queda en segundo plano frente a lo esencial: el paisaje, la convivencia y esa sensación tan rara de pertenencia.
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Desde el primer paso hasta el último aliento, la Riaño Trail Run de este año se ha vivido como una travesía física y emocional. Una carrera por etapas, atravesando tres sistemas montañosos: la Montaña Palentina, la Montaña de Riaño y Mampodre, y los Picos de Europa, donde el crono importa, sí, pero queda en segundo plano frente a lo esencial: el paisaje, la convivencia y esa sensación tan rara de pertenencia.
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Desde el primer paso hasta el último aliento, la Riaño Trail Run de este año se ha vivido como una travesía física y emocional. Una carrera por etapas, atravesando tres sistemas montañosos: la Montaña Palentina, la Montaña de Riaño y Mampodre, y los Picos de Europa, donde el crono importa, sí, pero queda en segundo plano frente a lo esencial: el paisaje, la convivencia y esa sensación tan rara de pertenencia.
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Desde el primer paso hasta el último aliento, la Riaño Trail Run de este año se ha vivido como una travesía física y emocional. Una carrera por etapas, atravesando tres sistemas montañosos: la Montaña Palentina, la Montaña de Riaño y Mampodre, y los Picos de Europa, donde el crono importa, sí, pero queda en segundo plano frente a lo esencial: el paisaje, la convivencia y esa sensación tan rara de pertenencia.
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